Principios / Marta Yolanda Díaz-Durán A.

1.08.2009

Confundidos en el espacio, chapter 2


Nota: este artículo fue publicado en el diario guatemalteco “Siglo Veintiuno”, el lunes 13 de octubre de 2008.



En el capítulo anterior, dejamos a los Will Robinsons, doctores Zachary Smith y Robots de producción local (y algún extranjero), confundidos en el espacio intelectual que explica los hechos más recientes del mundo financiero internacional. ¡Peligro, peligro! Repite el robot que, programado por el supuesto doctor, contribuyó a que la lluvia de meteoritos de la desinformación impactara en algunos miembros de la población. “Don’t confuse me with the facts. I’ve already made up my mind”. Repiten sin cesar…

En fin, regresando a la historia, recuerdan que en la entrega anterior escribí sobre las decisiones erradas que tomaron gobernantes estadounidenses en los años 70 del siglo pasado. Richard Nixon le da la estocada final al sistema de garantías del patrón oro, y Jimmy Carter sanciona una ley que obliga a las instituciones crediticias a otorgar préstamos para la compra de vivienda, tengan o no los solicitantes la capacidad para pagarlos. Una más de las brillantes propuestas de los políticos socialistas, que suelen ser ejecutadas a cabalidad por la enorme y costosa burocracia de los actuales Estados benefactores/mercantilistas.

Además, la manipulación monetaria por medio de la emisión de dinero sin respaldo y la variación de tasas de interés al antojo del tecnócrata de turno, propiciaron más inflación y el surgimiento de tres peligrosas, como ya comprobamos, burbujas: la de las acciones y los bonos ("securities"), la de las materias primas o los productos básicos ("commodities") y la de los bienes inmuebles.

Muchos culpan a los ambiciosos inversionistas de "Wall Street" y a los banqueros gringos de la crisis, olvidando que el hombre va a buscar el máximo beneficio al menor esfuerzo. ¿Cómo no iban a aprovechar la oportunidad que les brindaban en bandeja de plata los gobernantes, funcionarios y burócratas en el ejercicio del poder? Por supuesto, esto no los exculpa. Tanto los que se prestaron al juego, como quienes lo propusieron, deben pagar las consecuencias de sus acciones. Sin embargo, en lugar de dejarlos quebrar, ahora pretenden rescatarlos con una cifra impensable de dinero expoliado a los tributarios. De paso, claro, los burócratas también intentan salvarse a sí mismos. Total, en río revuelto, además de los consultores, también ganan los pepenadores. Siempre habrá quien se aproveche y salga ganando con las tonterías promovidas por los gobernantes intervencionistas.

Hay quienes creen que es más sentido el dolor de perder, que el placer de ganar. ¿Tendrá esta creencia algo que ver con la dificultad de aceptar la realidad de aquellos que se sienten fracasados? En fin, las vísceras son malas consejeras para aclararse las ideas. Así que mejor hacemos el esfuerzo mental de pensar, que es el fundamento de toda vida moral, como nos lo recuerda Blaise Pascal. Si se equivocó ideológicamente, perdónese y sea feliz. Los seres humanos somos falibles: otra realidad humana.

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Confundidos en el espacio, chapter 1


Nota: este artículo fue publicado en el diario guatemalteco “Siglo Veintiuno”, el lunes 6 de octubre de 2008.


En río revuelto ganancia de pescadores. ¿O de consultores? Asimismo podría decirse: “En río revuelto confusión de perdedores”. Cuanta razón tiene el aforismo anglosajón que enuncia el deseo de aquellos a los que les disgusta la realidad: “Don’t confuse me with the facts. I’ve already made up my mind”. Sin embargo, yo espero que la mayoría de ustedes, respetables lectores, sean parte del grupo de personas que buscan la verdad: la coherencia de lo que piensan con la realidad objetiva (los hechos evidentes) de la cual nosotros también somos parte.

Por eso hoy, entre el maremágnum de tonterías que se han dicho y escrito en lo que respecta a la actual crisis, quiero compartir con ustedes algunos hechos irrefutables y verificables que nos permitan entender por qué estamos viviendo en un momento de mayor incertidumbre. Aunque, todavía, prefiero referirme a esta etapa de la historia como un “turmoil”, según lo recomendado por Christopher Lingle. No obstante, soy consciente que sí los políticos continúan pretendiendo apagar el incendio con gasolina, o atacando la enfermedad con el virus que la provocó, aumentan las posibilidades de que todos, vivamos o no en los USA, paguemos las consecuencias de los errores de otros. “Reality bites”.

Hasta el año de 1913, fecha en la cual se funda el banco central estadounidense (“Federal Reserve System” o FED), los habitantes de los “United States of America”, lograron crear una enorme cantidad de riqueza que les permitió mejorar su calidad de vida en un tiempo record. Esta extraordinaria creación de riqueza también les permitió acumular el capital suficiente para soportar, hasta la fecha, la creciente intervención de los gobernantes en sus vidas, y enfrentar los progresivos errores que los políticos cometen al pretender decidir por todos. Hasta 1913, los gringos vivieron muy cerca del ideal conocido como Estado de Derecho: “the rule of law”. A partir del año mencionado, las cosas comenzaron a cambiar…

Es en el siglo pasado cuando empiezan a experimentar, entre otras cosas, los mentados ciclos monetarios, provocados por las decisiones erradas de sus paternales burócratas. La estocada final al patrón oro que da Richard Nixon a principios de la década de los 70, y la siguiente aprobación en 1977 por parte del Congreso número 95 y del Presidente Jimmy Carter a la populista legislación del “Community Reinvestment Act”, van a ser los orígenes de los desequilibrios financieros de finales de los 80, los 90 y, por supuesto, de la actual crisis, la cual se agrava con las decisiones erradas al respecto de George H. W. Bush (1989), Bill Clinton (1995) y George W. Bush (2005). Por supuesto, hay que agregar a la lista de irresponsables a los presidentes de la FED, Alan Greenspan (libertario nada más del diente al labio) y Ben Bernanke.
¿Acabó la trama? No. Espere el próximo lunes el segundo capítulo, por el mismo diario y en la misma sección.

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