Principios / Marta Yolanda Díaz-Durán A.

7.19.2010

Nada más que la …


¿Verdad? ¿Sólo la verdad? ¿La concordancia de lo que pienso con la realidad, dentro de su contexto no falseado? ¿Puede decir sin equivocarse que ese es el resultado del primer juicio llevado a cabo para esclarecer el asesinato de Rodrigo Rosenberg? ¿Dónde quedan las declaraciones contradictorias de los sicarios? ¿Declaraciones como la de Jesús Manuel Cardona Medina que, durante el juicio, se adaptó a la hipótesis presentada por la CICIG?


¿Es lo mismo validar una hipótesis (que ¿casualmente? exime a quienes actualmente ostentan el poder) que hacer justicia? Tal vez los condenados sí mataron por contrato a Rosenberg, pero ¿queda probado, SIN DUDA RAZONABLE, que él los contrató tal y como lo decidieron los fiscales de la CICIG? ¿Quién presta atención a lo dicho por Lucas Josué Santiago López? “Vengo a pedirles perdón por algo que no hice… el asesinato del abogado Rodrigo Rosenberg, porque pruebas no hay, y lastimosamente estos señores a los que beneficiaron me culparon para recibir beneficios”. ¿Por qué darle credibilidad a lo dicho por los beneficiados, los colaboradores eficaces, y no a lo declarado por Santiago López y su compañera? ¿Acaso porque unos testimonios le convienen más a los gobernantes que los otros?


Varios piensan que es irónico que cuestione la forma en la cual se ha llevado a cabo la investigación y el juicio en el caso del asesinato de Rodrigo Rosenberg. Yo, que fui favorecida por las declaraciones de Mario Fuentes Destarac y Eduardo Rosenberg Paiz, que confirmaron lo afirmado en mi artículo “El beso de Espada”, por el cual todavía me encuentro demanda por el Vicepresidente, entre otras cosas, por intento de desestabilización. Una demanda que muchos prefieren ignorar, paradójicamente, dentro de los mismos medios de comunicación a pesar de la violación explicita que esta acción representa a los artículos 5 y 35 de la Constitución. En fin, prefiero vivir en paz con mi conciencia, que ser políticamente correcta, aunque pareciera que voy contra mis propios intereses.


Se equivocan quienes piensan que el juicio terminó. Falta la sentencia que va a dictar la historia. Y para ese juicio que se va a llevar a cabo dentro de varios años, dejo mis dudas sobre este caso emblemático que, considero, aún no somos capaces de medir su impacto. Digan lo que digan los jueces, digan lo que digan los fiscales del MP y la CICIG, digan lo que digan los editoriales de los diarios, este no es un caso cerrado. Se acomoden o no los hermanos Valdés Paiz a la hipótesis de la CICIG, declaren o no culpable de su propio asesinato a Rodrigo Rosenberg, lo declaren o no también culpable del asesinato de los Musa, este será un hecho que, en el fondo, pocos darán por resuelto, a pesar del deseo de la mayoría de olvidarlo.


Escribo para ustedes que me leen muchos años después de que pasó esta etapa histórica de Guatemala. Ustedes que, por ser ajenos a los hechos, espero encuentren la verdad y hagan justicia.



Artículo publicado en el diario guatemalteco “Siglo Veintiuno”, el lunes 19 de julio de 2010. La fotografía la tomé desde el avión, el día que regresé de Las Vegas: el domingo 11 de julio de 2010.

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9.07.2009

La verdad desestabiliza al mentiroso


¡Tantas cosas sobre las cuales quiero reflexionar hoy, y no sé por dónde empezar! En fin, hay al menos uno de los temas que sé que no debo tocar en esta ocasión: el legal. A pesar de que me encantaría, y estoy segura que deleitaría a mis dilectos lectores, quienes no imaginan hasta dónde puede llegar el abuso de los poderosos a la hora de intentar intimidar a una ciudadana que, en el caso de la presente escribidora, ejerce el periodismo. Por cierto, un intento frustrado. Fallido, como la mayoría de proyectos emprendidos por el presente gobierno.

No trato el asunto de la querella penal que presentó en mi contra ante el Ministerio Público José Rafael Espada, “como funcionario público y en calidad de Vicepresidente de la República”, por sugerencia de mi selecto grupo de abogados que, sin cobrar un centavo, me están apoyando en estos momentos en los que me enfrento contra el poder del Estado representado por el nombrado Espada que cuenta, al menos en apariencia, con el apoyo del Presidente, Álvaro Colom.

En lo que respecta a la parte jurídica, sólo quiero recordarles a Espada, a Colom y a sus respectivos asesores, el segundo párrafo del artículo 35 de la Constitución Política de la República de Guatemala: “No constituyen delito o falta las publicaciones que contengan denuncias, críticas o imputaciones contra funcionarios o empleados públicos por actos efectuados en el ejercicio de sus cargos.” ¿Acaso no está claro para cualquiera lo expresado en nuestra Carta Magna?

Quiero aprovechar para agradecer a los reconocidos juristas: José Luis González Dubón, Luis Pedro Álvarez, Alejandro Baldizón, Marta Altolaguirre y José Francisco Alonzo, por sus sabios consejos y la manera decidida en la cual trabajan la parte legal de mi defensa. De alguna manera, en algún momento, tendré la oportunidad de corresponder a este acto noble y digno de acompañarme en esta parte de la batalla.

También quiero darles las gracias a los periodistas que, en lo individual, se han pronunciado sobre este caso que atenta contra uno de los derechos más importantes de los humanos: el derecho a la libre emisión del pensamiento. El derecho a la libre expresión, que no sólo es exclusivo del mundo de las palabras.

Por supuesto, si no fuera por el cariño y respaldo de mi familia, mis amigos y una incontable cantidad de personas que aún no conozco, pero siento muy cerca de mí, esos miles de lectores y oyentes, hombres y mujeres libres de mi país, las circunstancias serían menos llevaderas. Gracias a todos. Desde lo más profundo de mi corazón.

Y, como he repetido hasta el cansancio, sostengo hasta la última palabra (incluidos los adjetivos, cuya utilización es justificada), coma y punto que dieron vida a “El beso de Espada”. Por cierto, quisiera conocer cuál es la opinión de Carlos Castresana en lo que respecta a los hechos mencionados en mi artículo citado. ¿Algún aguerrido periodista del área de investigación se anima a preguntarle?

Artículo publicado en el diario guatemalteco “Siglo Veintiuno”, el lunes 7 de septiembre de 2009. La imágen la bajé de la Internet. No encontré quién es el autor.

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