Principios / Marta Yolanda Díaz-Durán A.

3.11.2009

Arráncame la vida


Arráncame el corazón. Todas las vísceras. Vacía mi cráneo, tira mis sesos. Arroja mis restos al patio de enfrente. Destroza mi cabeza. Regenérate antisocial. Para eso vine: para ayudarte en el correccional. Mi nombre: Jorge Emilio Winter Vidaurre. Dedicado a la educación. Muerto el pasado martes 3 de marzo de 2009. La razón de mi deceso fue ser el más viejo de los presentes. Fui asesinado por mis alumnos en el “Centro Juvenil para Privados de Libertad, Etapa II”. ¿Privados de libertad, pero entregados al libertinaje? ¿Segunda etapa de qué? ¿De cómo mejorar en la carrera de criminal y no fracasar en el intento? Graduados con doctorados en la materia. Magna Cum Laude.

Arráncame la vida, es el titulo de la novela más conocida de la escritora de origen mexicano, Ángeles Mastretta. Bello nombre. Antítesis de los pandilleros presos que acabaron con la vida de aquel que quería ayudarlos (a ellos, a sus asesinos) a encauzar su existencia por otro sendero. Motivarlos a que eligieran otro destino. Qué ironía: quien se topo con el final de su camino fue él. Ingenuo como otros.

De buenas intenciones esta empedrada la ruta al infierno… donde hoy vive la familia del muerto. Ya que no sólo le arrancaron el corazón al profesor. Se lo arrancaron a su esposa, a sus hijos, a sus hermanos, a sus demás familiares y amigos. El infierno donde viven un montón de habitantes de nuestra convulsa nación. Y demostraron con su acción que muchos en nuestro país se han acostumbrado a vivir en medio de la muerte ajena. Aquellos que se quedaron impávidos ante semejante realidad, no ficción. Atroz crimen de hombres que lo único que les interesa es tener sexo todos los días y ver televisión.

Viles criminales. Eso son estos engendros, independientemente de su edad, y como tales debe de ser tratados y juzgados. No son víctimas de ningún abstracto colectivo. Me refiero al manido discurso oportunista de las “estructuras opresoras de la sociedad”, entre tantas otras tonterías que solemos leer o escuchar. Sólo son excusas para mantener a gorrones, miembros de los grupos de presión que nacen, crecen, se multiplican y no desaparecen dentro del sistema de incentivos perverso del Estado Benefactor/Mercantilista, que, como he mencionado hasta el cansancio, sólo beneficia a unos cuantos: a quienes forman parte del círculo del poder.

El vil asesinato del profesor Winter es una trágica metáfora de lo que sucede en nuestra Guatemala. Hace más de seis décadas, se aprobó la muerte lenta de una de las más importantes virtudes humanas. La elección vital para el progreso de los miembros de una sociedad. Me refiero a la responsabilidad individual. Así como hoy dejaron a un hombre sin corazón, nos dejaron años atrás sin el órgano que le permite latir a una sociedad. Por eso, si queremos seguir viviendo en Guatemala, pero en condiciones diferentes, es urgente apoyar el cambio radical que propone Proreforma.


Artículo publicado en el diario guatemalteco “Siglo Veintiuno”, el lunes 9 de marzo de 2009. La fotografía la tomé el pasado domingo 22 de febrero de 2009, en la Ermita de la Santa Cruz, Antigua Guatemala, para la clausura del Festival Internacional de Cultura Paiz, en la presentación del ballet de "La bella durmiente".

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