Principios / Marta Yolanda Díaz-Durán A.

1.18.2016

La coronación de Jimmy



A la ceremonia de toma de posesión de Jimmy Morales como primer mandatario, que más parece una coronación que un acto republicano de traspaso de mando, asistieron poderosos miembros de varios gobiernos de otros países, entre ellos Joe Biden, vicepresidente de EE. UU., y Rafael Correa, presidente de Ecuador, que incluyó en su agenda una visita a Otto Pérez Molina a la cárcel, otrora brigada militar, Mariscal Zavala.

Tal y como era la costumbre en el antiguo régimen (y lo sigue siendo en el caso de las monarquías actuales), aquellos que ejercen el poder en otras sociedades tienen que solidarizarse con el ungido democráticamente y disfrutar de los actos protocolarios financiados por los agobiados tributarios que rara vez, por no decir nunca, son invitados al convite. Por supuesto hay gente de mentalidad servil que considera toda la parafernalia que rodea la investidura, algo necesario para... ¿Para qué? Pienso que detrás de tal mentalidad se oculta un complejo de inferioridad que pretenden disimular defendiendo la hipocresía y el despilfarro que prevalecen en estos actos.

Pero, enfocándome en lo importante, el cambio de mando, y lo que podemos esperar del nuevo gobierno, siendo objetiva (evaluando los hechos de la realidad y no el discurso de Morales del pasado 14 de enero), quiero señalar ciertos temas que muchos, cegados por la esperanza que resurge cuando inicia un período de gobierno, prefieren ignorar. Primero quiero mencionar quiénes son los que van a trabajar con Morales en el Organismo Ejecutivo. Lamentablemente, incluyó en su equipo a una señora cuestionada por ser contratista del Estado (que ha vendido bienes y/o servicios a gobiernos anteriores) lo cual genera, como es lógico, serias dudas acerca de cómo va a distribuir los miles de millones de quetzales de los tributarios que maneja el Ministerio de Comunicaciones, uno de los principales antros de corrupción desde tiempos inmemoriales.

Del resto, lo poco que se sabe es que la mayoría, sino todos, son una especie de estatistas light de derecha, que van a promover más de lo mismo, pero no tanto como lo harían los otros: los full estatistas de izquierda. Un grupo de burócratas que van a mantener levemente contentos a los miembros del establishment mercantilista y el de los promotores del Estado Benefactor. Reducirán algunos trámites, tal vez eliminen algunos obstáculos mínimos a la creación de riqueza y, seguro, otorgaran privilegios a los mismos de siempre. Nada más, mientras se prolonga la agonía de tantos que viven miserablemente en Guatemala.

También me preocupa la noticia publicada en el Financial Times de que una de las primeras acciones del nuevo mandatario será endeudar en 500 millones de dólares más a los tributarios. Pésima decisión: parece que prefiere recurrir a más deuda en lugar de combatir la corrupción. ¿Se niegan a reconocer que el problema del gobierno son los egresos y no los ingresos fiscales? En fin, ojalá me equivoque: no quisiera que esta fuera otra década perdida más.


Artículo publicado en el diario guatemalteco “Siglo Veintiuno”, el lunes 18 de enero de 2016. En la foto, se ven al anterior rey de España, Juan Carlos I y a Jimmy Morales, actual presidente de Guatemala.

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1.16.2012

Toma del poder



El pasado sábado 14 de enero, Otto Pérez Molina se posesionó del bien más ansiado por todo politiquero que se precie ser fiel seguidor de Maquiavelo: el poder. Cabe recordar la célebre advertencia que hizo en el siglo diecinueve Lord John E. Acton: “El poder tiende a corromper. El poder absoluto corrompe absolutamente”. Una frase que tiene varias versiones pero un solo sentido: nadie está exento de las consecuencias destructivas del deseo de dominar arbitrariamente las vidas y los bienes de los demás. El ejercicio sin límites del poder pasando por encima de los derechos individuales de los otros.

Lo esperado en el caso de una República es un simple cambio de gobierno. Un cambio que no debería afectar en demasía la vida de los habitantes de la nación en cuestión. Sin embargo, en pueblos como el nuestro, donde todavía priva en la opinión de muchos la idea de que el Presidente del Ejecutivo es la versión política del papá que veló por ellos durante su infancia, la entrega del cargo a un nuevo mandatario llena de una ingenua emoción a tantos que esperan que este sí sea el elegido correcto. Por supuesto, el Presidente saliente, como siempre, será condenado por haber mostrado ser un fraude. Y la historia anterior se repite cada cuatro años.  

Por cierto, lamentablemente en varias ocasiones el nuevo Presidente ha actuado como caudillo o una especie de monarca aún antes de asumir su papel de primer mandatario del país. “Si así son las vísperas, ¡cómo serán las fiestas!” ¿Tendrán la valentía de poner a Pérez en su lugar los miembros de su equipo que, considero, tienen claras las funciones del Presidente y saben cuáles son las acciones que hay que tomar para que cambie la difícil situación que enfrentamos?

Una de las más recientes metidas de pata de Pérez se dio la semana pasada cuando, violentando el principio básico de la separación de poderes, se comprometió con un delincuente como Rolli Escobedo a aprobar la privilegiante Ley de Vivienda que desde hace varios meses se encuentra pendiente de discusión en el Congreso. Lo peor es que el ahora Presidente del Legislativo, Gudy Rivera, veía embebido ese abuso de Pérez. Y, por favor, no aleguen ignorancia de los límites de los poderes del Estado: sería un insulto descarado a la inteligencia de los ciudadanos.

Otra que debería de asumir su posición actual es la Vicepresidente de la Nación, Roxana Baldetti. Nada tenía que hacer en la presentación de la nueva directiva del Congreso de la República. Los únicos que debieron hacer el anuncio son el exPresidente del Legislativo, Roberto Alejos, y el actual responsable que, de nuevo, mostró tener poco carácter para asumir el cargo de Presidente del que debería de convertirse en el organismo más importante del Estado.

En fin, nosotros, los mandantes, debemos tomar posesión de nuestra posición de mando y velar porque los gobernantes no abusen del poder que sólo les hemos delegado temporalmente, nunca regalado.


El presente artículo fue publicado el lunes 16 de enero de 2012 en el diario guatemalteco Siglo Veintiuno. La imagen la bajé de Internet.

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