Principios / Marta Yolanda Díaz-Durán A.

2.01.2016

Justicia para Anaité



Y para todos los inocentes que se encuentran presos, víctimas de abogados y jueces corruptos que abusan de la poca institucionalidad que hay en Guatemala, que se aprovechan del sistema de incentivos perversos que prevalece en nuestro país para violentar los derechos individuales de miles, en particular el derecho al debido proceso, privándolos de su libertad y poniendo en riesgo su vida misma.
                                                            
Puedo citar varios artículos de nuestra Constitución que nos aseguran a todos ese derecho al debido proceso, pero me voy a enfocar hoy en dos: el artículo 12 que dice: “Derecho de defensa. La defensa de la persona y sus derechos son inviolables. Nadie podrá ser condenado, ni privado de sus derechos, sin haber sido citado, oído y vencido en proceso legal ante juez o tribunal competente y preestablecido”; y el artículo 14 que reza: “Presunción de inocencia y publicidad del proceso. Toda persona es inocente, mientras no se le haya declarado responsable judicialmente, en sentencia debidamente ejecutoriada”.

En el caso de Anaité Alvarado Sánchez, quien se encuentra injustamente presa, se ha violentado descaradamente el derecho al debido proceso, entre otros derechos, ya que la juez Julia Rivera del juzgado 4to. de primera instancia penal la ¿sentenció?, sin una sola prueba en su contra, a guardar cárcel por los delitos de los cuales se acusan a otras personas, bajo la excusa de que puede influir a los acusados. Absurdo. La Ley también aplica a los jueces que no actúan en base a derecho, y en su momento, la juez mencionada tendrá que pagar las consecuencias de sus acciones.

Si Roberto Montano y la otra persona son responsables de los delitos de los que se les acusa no es un tema que a mí me compete. Montano y su empleado deberán responder de tales acusaciones. Pero nadie más: ni sus padres, ni sus hermanos, ni sus hijos, ni las que han sido sus esposas. Sin embargo, la actitud de los demandantes responde a la idea de buscar quién se las paga y no quién se las debe. Pretenden hacer justicia cometiendo una injusticia. Tal es el caso de Anaité, a quien tienen como rehén bajo la amenaza de que si no aparece Roberto Montano y el dinero que le reclaman, la dejarán presa. ¿Con qué autoridad? ¿Qué les permite creer que se pueden salir con la suya? Los delitos de los cuales acusan a Montano palidecen al lado del crimen que ellos cometen.

Entre los abogados que representan a los que se consideran afectados por las acciones de Montano, se encuentra Frank Trujillo, hermano del célebre Héctor que hoy se encuentra detenido en EE. UU. por el caso de corrupción en la FIFA. Me cuentan colegas suyos que tiene una fama similar a la del hermano y que al parecer eso le afecta poco. Lo lamentable en la canallada contra Anaité, es la participación de abogados que navegan con la bandera de correctos, que no son nada más que sepulcros blanqueados. Esta tragedia nos muestra que cualquiera en Guatemala, aunque no sea culpable de lo que se le acusa, puede ir preso. Hoy es Anaité, mañana puede ser usted.


Artículo publicado en el diario guatemalteco “Siglo Veintiuno”, el lunes 1 de febrero de 2016.

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