A la ceremonia de toma de posesión de Jimmy
Morales como primer mandatario, que más parece una coronación que un acto
republicano de traspaso de mando, asistieron poderosos miembros de varios
gobiernos de otros países, entre ellos Joe Biden, vicepresidente de EE. UU., y Rafael
Correa, presidente de Ecuador, que incluyó en su agenda una visita a Otto Pérez
Molina a la cárcel, otrora brigada militar, Mariscal Zavala.
Tal y como era la costumbre en el antiguo
régimen (y lo sigue siendo en el caso de las monarquías actuales), aquellos que
ejercen el poder en otras sociedades tienen
que solidarizarse con el ungido
democráticamente y disfrutar de los actos protocolarios financiados por los
agobiados tributarios que rara vez, por no decir nunca, son invitados al
convite. Por supuesto hay gente de mentalidad servil que considera toda la
parafernalia que rodea la investidura, algo necesario para... ¿Para qué? Pienso
que detrás de tal mentalidad se oculta un complejo de inferioridad que
pretenden disimular defendiendo la hipocresía y el despilfarro que prevalecen
en estos actos.
Pero, enfocándome en lo importante, el cambio
de mando, y lo que podemos esperar del nuevo gobierno, siendo objetiva (evaluando
los hechos de la realidad y no el discurso de Morales del pasado 14 de enero),
quiero señalar ciertos temas que muchos, cegados por la esperanza que resurge
cuando inicia un período de gobierno, prefieren ignorar. Primero quiero
mencionar quiénes son los que van a trabajar con Morales en el Organismo
Ejecutivo. Lamentablemente, incluyó en su equipo a una señora cuestionada por
ser contratista del Estado (que ha vendido bienes y/o servicios a gobiernos
anteriores) lo cual genera, como es lógico, serias dudas acerca de cómo va a
distribuir los miles de millones de quetzales de los tributarios que maneja el
Ministerio de Comunicaciones, uno de los principales antros de corrupción desde
tiempos inmemoriales.
Del resto, lo poco que se sabe es que la
mayoría, sino todos, son una especie de estatistas light de derecha, que van
a promover más de lo mismo, pero no tanto como lo harían los otros: los full
estatistas de izquierda. Un grupo de
burócratas que van a mantener levemente contentos a los miembros del establishment mercantilista y el de los promotores del Estado
Benefactor. Reducirán algunos trámites, tal vez eliminen algunos obstáculos
mínimos a la creación de riqueza y, seguro, otorgaran privilegios a los mismos
de siempre. Nada más, mientras se prolonga la agonía de tantos que viven
miserablemente en Guatemala.
También me preocupa la noticia publicada en el Financial Times de que una de las
primeras acciones del nuevo mandatario será endeudar en 500 millones de dólares
más a los tributarios. Pésima decisión: parece que prefiere recurrir a más deuda
en lugar de combatir la corrupción. ¿Se niegan a reconocer que el problema del
gobierno son los egresos y no los ingresos fiscales? En fin, ojalá me
equivoque: no quisiera que esta fuera otra década perdida más.
Artículo
publicado en el diario guatemalteco
“Siglo Veintiuno”, el lunes 18 de enero de 2016. En la foto, se ven al anterior
rey de España, Juan Carlos I y a Jimmy Morales, actual presidente de Guatemala.Etiquetas: corrupción, deuda, gobierno, Guatemala, Jimmy Morales, Joe Biden, Juan Carlos I, Otto Pérez Molina, Rafael Correa, toma de posesión
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