Principios / Marta Yolanda Díaz-Durán A.

11.09.2015

La salud de la corrupción



A pesar de las amenazas recientes, si no hay cambios de raíz en el sistema político, la corrupción se va a recuperar plenamente y más rápido de lo que podemos imaginar. Las capturas de este año y los procesos judiciales en contra de los acusados de ser parte del crimen organizado estatal, no pasaran de ser una leve molestia para el sistema promotor de corruptos que impera hoy en Guatemala.

Las roxanabaldetti, los ottopérezmolina, los gustavoalejos, los juandediosrodríguez, los juancarlosmonzón, las danielabeltranena… como el virus maligno que son, se van a multiplicar por un montón. Y lo que es peor, van a evolucionar hasta convertirse en una cepa de corruptos fortalecida que será más difícil de combatir que la actual, porque ya habrán adquirido las defensas necesarias para vencer los intentos de los ciudadanos, del MP y la CICIG de combatirlos. Más aún, estos dos últimos corren el riesgo de ser contagiados del síndrome de la corrupción, al igual que más de uno de los primeros mencionados.

Al mejor estilo de la nueva generación de corruptos, popularizado recientemente por José Ramón Lam (encargado de cabildear en el Congreso en nombre del presidente electo Jimmy Morales), ladrones que enarbolan la misma bandera que los anteriores, irónicamente, en contra de la corrupción (tal vez la de otros, pero no la propia) hago un copy/paste autorizado por mí misma de un párrafo de mi artículo publicado el lunes 7 de abril de 2014 en “Siglo Veintiuno”, titulado “El origen de la corrupción”:

“El origen de la corrupción es el poder, por eso debe ser limitado. Y ese poder lo adquieren los gobernantes gracias a la venia de los ciudadanos que decidieron otorgárselo más allá del necesario para que cumplan con sus obligaciones primordiales: dar seguridad y velar porque haya justicia. Sí, aquellos que esperan que alguien más les resuelva la vida y les satisfaga las necesidades, que votan por quienes les ofrecen más supuestos beneficios sin importar lo absurdo e incumplible de sus promesas, lo que están haciendo es entregándoles un cheque en blanco a los peores representantes de nuestra sociedad. Porque es a estos, a los peores, a quienes va a atraer el sistema de incentivos perversos que propone el Estado Benefactor/Mercantilista. Populista. Colectivista. Socialista. Y que, lamentablemente, prevalece en gran parte del planeta”.

La única forma de erradicar esta enfermedad degenerativa que avanza imparablemente, es acabando de un solo y sin miedo con su causa: extirpándola de nuestras vidas. Y los únicos interesados en acabar con ella en el largo plazo somos nosotros, los mandantes, quienes sufrimos los efectos, en muchos casos mortales, de la corrupción. Pero debemos entender que esa corrupción es un efecto del sistema inmoral e injusto dentro del cual intentamos sobrevivir. Si queremos vivir la mejor vida posible, cooperando en paz con los demás, debemos cambiar el sistema, para lo cual debemos aclararnos las ideas para no terminar apoyando más de lo mismo.
           


Artículo publicado en el diario guatemalteco “Siglo Veintiuno”, el lunes 9 de noviembre de 2015.

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