A pesar de las amenazas recientes, si no hay
cambios de raíz en el sistema político, la corrupción se va a recuperar
plenamente y más rápido de lo que podemos imaginar. Las capturas de este año y los
procesos judiciales en contra de los acusados de ser parte del crimen organizado estatal, no pasaran de
ser una leve molestia para el sistema promotor de corruptos que impera hoy en
Guatemala.
Las roxanabaldetti,
los ottopérezmolina, los gustavoalejos, los juandediosrodríguez, los juancarlosmonzón,
las danielabeltranena… como el virus maligno
que son, se van a multiplicar por un montón. Y lo que es peor, van a evolucionar hasta convertirse en una
cepa de corruptos fortalecida que será más difícil de combatir que la actual,
porque ya habrán adquirido las defensas
necesarias para vencer los intentos de los ciudadanos, del MP y la CICIG de
combatirlos. Más aún, estos dos últimos corren el riesgo de ser contagiados del
síndrome de la corrupción, al igual que más de uno de los primeros mencionados.
Al mejor estilo de la nueva generación de corruptos, popularizado recientemente por José
Ramón Lam (encargado de cabildear en el Congreso en nombre del presidente
electo Jimmy Morales), ladrones que enarbolan la misma bandera que los
anteriores, irónicamente, en contra de la
corrupción (tal vez la de otros, pero no la propia) hago un copy/paste autorizado por mí misma de un párrafo de mi artículo
publicado el lunes 7 de abril de 2014 en “Siglo Veintiuno”, titulado “El origen
de la corrupción”:
“El origen de la corrupción es el poder, por eso
debe ser limitado. Y ese poder lo adquieren los gobernantes gracias a la venia
de los ciudadanos que decidieron otorgárselo más allá del necesario para que
cumplan con sus obligaciones primordiales: dar seguridad y velar porque haya
justicia. Sí, aquellos que esperan que alguien más les resuelva la vida y les
satisfaga las necesidades, que votan por quienes les ofrecen más
supuestos beneficios sin
importar lo absurdo e incumplible de sus promesas, lo que están haciendo es
entregándoles un cheque en blanco a los peores representantes de nuestra
sociedad. Porque es a estos, a los peores, a quienes va a atraer el
sistema de incentivos perversos que propone el Estado Benefactor/Mercantilista. Populista.
Colectivista. Socialista. Y que, lamentablemente, prevalece en gran parte del
planeta”.
La única forma de erradicar esta enfermedad degenerativa que avanza
imparablemente, es acabando de un solo y sin miedo con su causa: extirpándola
de nuestras vidas. Y los únicos interesados en acabar con ella en el largo
plazo somos nosotros, los mandantes, quienes sufrimos los efectos, en muchos
casos mortales, de la corrupción. Pero debemos entender que esa corrupción es
un efecto del sistema inmoral e injusto dentro del cual intentamos sobrevivir.
Si queremos vivir la mejor vida posible, cooperando en paz con los demás,
debemos cambiar el sistema, para lo cual debemos aclararnos las ideas para no
terminar apoyando más de lo mismo.
Artículo publicado en el diario guatemalteco “Siglo Veintiuno”, el
lunes 9 de noviembre de 2015.
Etiquetas: corrupción, Estado benefactor, Jimmy Morales, José Ramón Lam, moral
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