Principios / Marta Yolanda Díaz-Durán A.

4.06.2015

El hábito de la justicia



El clamor por justicia es sin duda el reclamo humano que hoy más solemos escuchar en todos lados. Sin embargo, ¿conocemos el significado del término justicia? ¿Sabemos qué significa ser justos? ¿Practicamos este necesario hábito para alcanzar nuestros valores y convivir en armonía con los demás?

Ayn Rand consideraba la justicia como una necesidad práctica para la vida humana. Siempre hay que juzgar a los otros porque “no se puede falsificar el carácter de los hombres, así como no se puede falsificar el carácter de la naturaleza”. Tratar a los demás como lo merecen a partir de una evaluación racional y objetiva de su carácter y acciones es respetar la ley de la causalidad. “Una recompensa es un valor dado en reconocimiento de la virtud o logro de una persona; un castigo es un desvalor pagado por un vicio o una culpa”.

La justicia es la aplicación de la virtud de la racionalidad al proceso de evaluar y tratar según esa evaluación a los otros. Es la virtud de juzgar objetivamente el carácter y la conducta de otra persona y actuar de acuerdo a dicho juicio, dándole aquello que se merece. Es interpretar correctamente los mensajes profundos que los incidentes nos revelan sobre un determinado individuo. El propósito de tal hábito es la identificación de la naturaleza básica de un individuo para poder proyectar su conducta futura.

La suma de la conducta y el carácter es el producto integrado de sus acciones a través del tiempo. Es por medio de sus actos que una persona forma su carácter, y es su carácter el que a la vez va a influenciar su conducta. Ambos revelan y muestran en qué consiste su naturaleza individual. El carácter nos da la información que nos interesa sobre la conducta. Debemos evaluar las acciones particulares y los principios que las guían: el carácter. La justicia es la muestra de la honestidad y la racionalidad: atiende todo y solo lo que la evidencia muestra, tanto para evaluar personas como cualquier otra cosa. Tratar a otros como se lo merecen, significa responder a su conducta buena con recompensas y a su conducta mala con castigos. Culpa es una falta que se comete voluntariamente, meritoria de castigo.

Es por nuestro propio interés que debemos ser justos. Falsear las acciones y el carácter de otros no cambia en nada la realidad de la naturaleza de estos ni los efectos potenciales que tengan en nosotros. La justicia es un medio vital para proteger y promover los valores propios. Por la felicidad propia debemos preocuparnos del efecto probable que tengan las acciones de los demás en nuestras vidas. Evaluar a los otros objetivamente y tratarlos de tal manera que sirvan a nuestros valores, apoyando a quienes contribuyen a nuestro florecimiento y alejándonos de quienes nos dañen son condiciones sine qua non para alcanzar nuestra felicidad. Ser justos es necesario tanto en nuestra esfera privada como en la pública. Una sociedad justa depende de cuán justos sean sus miembros.



Artículo publicado en el diario guatemalteco “Siglo Veintiuno”, el lunes 6 de abril de 2015.

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