Principios / Marta Yolanda Díaz-Durán A.

3.23.2015

Baldizón NO promueve el empleo



Todo lo contrario: con sus promesas populistas y demagogas lo único que va a lograr es que cada vez sea más difícil prosperar. Sus propuestas, la mayoría basadas en la idea de cargar con más costos y gastos a los empresarios que operan formalmente en nuestro país -una especie en vías de extinción-, van a ahuyentar a quienes podrían arriesgarse a invertir. En lugar de atraer el capital productivo que urgentemente necesitamos para transformar los recursos en riqueza y mejorar los ingresos reales de todos aquellos que trabajamos honestamente y respetamos los derechos individuales de los demás, va a espantar a los emprendedores que podrían crear el empleo que tantos necesitan en nuestro terruño. 

Nada bueno podemos esperar de un individuo que confunde la riqueza con los recursos naturales y sostiene que estos últimos no son escasos. Alguien que cree que el problema de los países subdesarrollados es “la falta de una administración estratégica de sus riquezas”. Un personaje que descaradamente acusa de corruptos a aquellos con los cuales se ha asociado para aprobar nuevos privilegios y más legislación que facilitan el robo de nuestros impuestos. Todas las anteriores, reglas que obstaculizan aún más el progreso de quienes todavía optamos por seguir viviendo en Guatemala.

La propuesta contradictoria de Manuel Baldizón, sin sentido e incoherente, es una revoltijo de lo mismo de siempre con alguna idea descabellada que por casualidad se topó buscando frases célebres en Internet, lo que le facilitó hacer un copy/paste: plagios por los que hoy es célebre más allá de nuestras fronteras el candidato mencionado. ¡En cuántas ocasiones ha sido el hazmerreír, no sólo de los círculos académicos e ilustrados, sino en todos lados! En fin, independientemente de la poca capacidad intelectual de Baldizón, lo más peligroso, si acaso llega a ocupar el cargo de Presidente del Ejecutivo, es su baja autoestima, la cual se refleja en su megalomanía.

No solo lo que dice, escribe y publica es en gran parte un fraude: el mismo es una farsa como persona. El delirio que lo consume lo lleva hasta a referirse a sí mismo en tercera persona: un personaje ficticio, producto de su imaginación, con el que pretende sustituir al sujeto real. De sobra se sabe que detrás de esa aparente grandeza, lo que se esconde es un complejo de inferioridad, lo que conduce a quienes lo sufren a obsesionarse con el ejercicio del poder en un intento fallido por convencerse de su valía y de que merecen más de lo que se les reconoce. Si alguien lo aprecia de verdad, le haría un bien aconsejándole que visite a un buen sicólogo.

Podemos describir a Manuel Baldizón con una sola palabra: deshonesto. Casi todo en él es una impostura. Sería terrible que un tipo como él llegara a gobernar nuestro país. Pero, al final, debemos entender que Baldizón es solo una consecuencia más del sistema de incentivos perversos dentro del cual vivimos. Un sistema que atrae a los peores representantes de nuestra sociedad.



Artículo publicado en el diario guatemalteco “Siglo Veintiuno”, el lunes 23 de marzo de 2015.

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