En su reciente viaje a Centro
América, el vicepresidente de Estados Unidos se reunió con los presidentes de
El Salvador, Honduras y Guatemala. Es su segunda visita oficial a nuestro país. En ambas ocasiones, las verdaderas
intenciones del vicegobernante estadounidense fueron desconocidas por aquellos
que nos vamos a ver perjudicados por su injerencia en asuntos que no le
corresponden. La ironía es que es más probable que conmuevan a los gobernantes de nuestras naciones las demandas de
Biden, que las justas exigencias que tenemos los ciudadanos de esta región permanentemente
vestida de luto por los muertos producto de la guerra perdida contra las
drogas.
Por cierto, aunque el mismo
vicepresidente de EE. UU. pida que se frene la violencia y el crimen, es poco
probable, por no decir imposible, que esto suceda. Total, esta es la parte políticamente correcta del discurso de
todo funcionario que se precie de ser un burócrata estatista de cuello blanco. Es una de esas frases de cajón, ideales para ser reproducida por los medios de comunicación
que, en lugar de preguntar sobre las medidas que piensan tomar para que tal reclamo
(que es el nuestro de todos los días) se convierta en realidad, simplemente la
utilizan para sus portadas, convirtiéndose en cajas de resonancia de los poderosos. ¡Cuán lejos están de la
misión del periodismo: la búsqueda de la verdad!
Los mandatarios asistieron ilusionados a la reunión con el segundo
de a bordo del gobierno del otrora ejemplar país
de las oportunidades. Llegaron con la esperanza de cachar una tajada del millardo de dólares que Biden promete
conseguir. Un caso interesante de estudio: un político haciendo promesas
a otros políticos, como si se
encontrara en campaña. Me parece que los votantes de estos lares ya sabemos
cómo terminan tales ofrecimientos: incumplidos. Y ojalá así sea, porque si
acaso algo de lo prometido fuera cumplido, sin duda sería a base de préstamos
que nosotros los tributarios tendremos que pagar, mientras los gobernantes de
nuestros países los van a malgastar, embolsándose gran parte de ese dinero.
En “Todo a Pulmón”, programa
radial que conduzco en Libertópolis,
me atreví a proyectar cuáles eran los principales motivos del periplo de Biden: asegurar que Otto
Pérez solicita una nueva prórroga de la corrupta e ineficiente CICIG,
recordarles a los presidentes que no pueden descriminalizar la producción,
distribución y consumo de las sustancias prohibidas por el gobierno gringo y,
finalmente, que vean cómo se las arreglan para que no llegue más gente de
nuestros países a la nación que, irónicamente, fue construida por inmigrantes.
Después de leer las declaraciones del enviado de Obama, confirmé lo cierto de
mi pronóstico. No necesité hacer un gran esfuerzo
mental para llegar a estas conclusiones. Todos podemos visualizarlo. Basta
con que usemos nuestra razón y no falseemos la realidad. Basta con reconocer y
aceptar la fascinación por el poder de ciertos miembros impresentables de nuestra especie.
Artículo publicado en el diario
guatemalteco “Siglo Veintiuno”, el lunes 9 de marzo de 2015. La imagen la bajé de Internet.
Etiquetas: CICIG, drogas, Estados Unidos, guerra contra las drogas, inmigrantes, intervencionismo, Joe Biden, Otto Pérez Molina, populismo
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