No se mezclan el agua y el
aceite. No se mezclan la aprobación del Presupuesto
y nuevos impuestos. El artículo 19 de la Ley Orgánica del Presupuesto (Decreto
101-97) claramente establece al referirse al Título III lo siguiente: “No
podrán incluirse normas de carácter permanente ni se crearán, por ellas,
entidades administrativas, de reforma o derogatoria de vigentes, ni de
creación, modificación o supresión de tributos u otros ingresos”. El enunciado
es claro y no necesita de la interpretación arbitraria de ningún leguleyo.
Sin embargo, 111 diputados
tuvieron el descaro el año pasado de pasarse por el arco del triunfo la limitación legal que tienen para aprobar
junto con el “Presupuesto General de malgasto
y despilfarro de los ladrones que nos gobiernan” más tributos para la gente
productiva en Guatemala. Es tal su desesperación de acumular fortunas mayores
de las que ya han logrado de manera mal habida,
que ilusamente creyeron que se podían dar el lujo de pisotear la restricción
mencionada. Por supuesto, no es la única regla que han violado en la aprobación
del esperpéntico plan de robo que es el tal Presupuesto.
Para beneficio de todos, los
miembros de varias cámaras empresariales no tardaron mucho en presentar,
primero, amparos en contra de la decisión de los mentados 111 diputados, sino
que nomás entró en vigencia el decreto que da vida a este mamotreto le empezaron
a llover acciones de inconstitucionalidad. Y, al menos hasta el momento, los
magistrado de la Corte a cargo de resolver las impugnaciones han sido correctos
al suspender, aunque sea de manera provisional, varios de los artículos
cuestionados entre los cuales se encuentra el impuesto a las líneas telefónicas
y la autorización que se habían recetado
los corruptos diputados para hacer obra
pública por medio de sus compañías
constituidas como organizaciones no gubernamentales (ONG).
Ahora, llama mi atención que al menos
al instante en el cual escribo esta columna los magistrados de la Corte de
Constitucionalidad aún no han suspendido (ya que en ambos casos aplica la misma
restricción que he comentado) los impuestos a la distribución del cemento y a
la extracción de ciertos minerales. Recuerden que el incremento del mil por
ciento en las regalías no fue para
todos los que se dedican a esta actividad. Bien se cuidaron los ponentes de este disparate en no
molestar a la vicepresidente Roxana Baldetti quien, entre otras cosas, ha invertido el dinero corrupto que ha
adquirido en la extracción de jade.
Espero que se siente un
precedente y alguien con los recursos para hacerlo demande a los congresistas
responsables de esta nueva ilegalidad. Hasta que los gobernantes, legisladores,
jueces, burócratas estatales… paguen las consecuencias de sus acciones,
seguirán violando las normas que se les antoje con tal de alcanzar sus
objetivos. Ya basta. Ojalá sean obligados a devolver lo que han robado y se les
envíe por un tiempo a una cárcel
donde tengan que trabajar para ganarse la vida. No dejemos de soñar.
Artículo publicado en el diario guatemalteco
“Siglo Veintiuno”, el lunes 12 de enero de 2015.Etiquetas: Congreso, corrupción, Corte de Constitucionalidad, impuestos, Presupuesto Estado, Roxana Baldetti
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