Es probable que la actividad familiar más apreciada entre
los gobernantes sea la corrupción. Si eres un parásito, incapaz de crear
riqueza por cuenta propia, es una gran ventaja el que tu hermano sea Presidente de la democrática Guatemala:
es un hecho que te asegura (si te has llevado bien con el nombrado) cualquier
cantidad de contratos con el abstracto Estado que te permitan pasar,
como dice el popular refrán, de zope a gavilán.
Tal es el caso de Jaime Rolando
Pérez Molina, quien durante el reinado
de su querido big brother ha
conseguido al menos 1031 negocitos
por medio del IGSS y el Ministerio de Salud, lo que le han representado casi 40
millones de nuestros quetzales: dinero que nos ha sido expoliado, bajo amenaza
de cárcel, por los recolectores de la
Superintendencia de Administración Terrorista/Tributaria. ¡Ah! Así muestra Otto
Pérez Molina sus sólidos valores familiares: regalando lo que no es de él
a su hermano y a saber a cuántos más que de alguna manera estén íntimamente relacionados con su santidad.
El Presidente también muestra sus virtudes
al pretender manipular descaradamente a la gente al hacer declaraciones como la
siguiente: “Cuando se trata de pagar nadie quiere pagar. En un país tan
desigual como lo es Guatemala, necesitamos que se paguen más impuestos”. Tiene
razón el mandatario: NO queremos pagar más impuestos y estamos en nuestro
legítimo derecho de no hacerlo. ¿Para qué? ¿Para que él y toda su parentela,
arrimados incluidos, pasen a mejor vida
a costa nuestra? Solo alguien con mente servil creería que debe de pagar
simplemente porque le han dicho desde pequeño que debe hacerlo: esa es la programación a la cual en mi país llaman
educación.
En lo que sí miente descaradamente
el Presidente es al intentar endilgar
una supuesta desigualdad a quienes
dignamente nos negamos a seguir siendo esclavizados. La pobreza en la que viven
tantos en Guatemala (no la desigualdad, la cual es una condición natural del
ser humano) es consecuencia de las medidas estatistas, intervencionistas,
socializantes… que sangran a los creadores de riqueza y obstaculizan el
progreso de todos, a excepción de aquellos que, como don Jaime Rolando, tiene un pariente o un amigo en el gobierno.
Por tanto, el problema de la
llamada brecha fiscal es que los
gobernantes no solo malgastan lo que ya tributamos, sino su ambición de
apropiarse de aún más de lo que nos logran esquilmar. Sin discusión, el
problema no es el hecho de que nosotros no paguemos más impuestos. Lo más
lamentable de la historia anterior es que su familiaridad para la mayoría de habitantes de nuestro país es tal que
se terminan habituando a ser asaltados
por quienes ejercen el poder. Muchos tiran
la toalla antes de dar la pelea por sus derechos y se resignan a ser violados
por los gobernantes por el resto de sus vidas. Por eso, es vital que quienes
estamos dispuestos a dar la batalla logremos convencer a más que, sin ellos,
vamos a perder no solo nosotros sino todos.
Artículo publicado en el diario
guatemalteco “Siglo Veintiuno”, el lunes 15 de diciembre de 2014. La imagen la bajé del sitio del diario guatemalteco "Prensa Libre".
Etiquetas: corrupción, Guatemala, impuestos, Jaime Rolando Pérez Molina, nepotismo, Otto Pérez Molina, pobreza
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