Principios / Marta Yolanda Díaz-Durán A.

3.02.2015

No tributemos en la SAT



Depositemos el pago de nuestros impuestos en un tribunal, amparándonos en el artículo 45 de la Constitución que dice: “Es legítima la resistencia del pueblo para la protección y defensa de los derechos y garantías consignados en la Constitución”. Es más que evidente que la ineficiente burocracia estatal y los gobernantes corruptos no cumplen con sus obligaciones.

Esta protesta pacífica y legal está más que justificada. Para tener éxito, se necesita del apoyo de algún grupo organizado y con recursos para prepararnos legalmente y dar la batalla. ¿Será que entre los miembros del CACIF, la Cámara de Comercio, la Cámara del Agro… hay quien esté cansado de que a los gobernantes no les importe lo que les ordene la Corte de Constitucionalidad y otras instancias del Estado de Guatemala? ¿Alguien que esté harto de ser explotado por la partida de ladrones en el ejercicio del poder, y sus aliados de pandillas delincuenciales como lo son CODECA, FNL, CUC… que, además de parasitar de nosotros no dejan trabajar?

Edward Snowden en  la sección “Ask Me Anything” en “reditt”, el pasado lunes 23 de febrero, respondió lo siguiente a una pregunta que le hicieron: “…sospecho que los gobiernos están más preocupados por la pérdida de su capacidad para controlar y regular el comportamiento de sus ciudadanos que con el descontento de ellos. ¿Cómo podemos convertir esto en una ventaja para nosotros? Podemos idear medios, mediante la aplicación y sofisticación de la ciencia, para recordarle a los gobernantes que si no son responsables en la custodia de nuestros derechos, nosotros implementaremos los sistemas que garanticen los medios para defender nuestros derechos y eliminar la capacidad de los gobiernos para interferir con esos derechos.

“La idea no es promover la anarquía y eliminar al gobierno, sino recordarles que siempre debe haber un equilibrio de poder entre los gobernantes y los gobernados. Que el progreso científico empodera a comunidades e individuos… que si insisten con su comportamiento deplorable y el cruel desprecio por el ciudadano, podemos encontrar maneras de reducir o eliminar sus poderes sobre un nuevo y permanente fundamento. Nuestros derechos no son garantizados por los gobiernos: son inherentes a nuestra naturaleza. Pero es todo lo contrario para los gobiernos: sus privilegios son artificiales.

“No hemos pensado sobre esto en las últimas décadas porque la calidad de vida ha aumentado en casi todos los aspectos de una manera significativa, y eso nos ha llevado a una cómoda complacencia. Pero tarde o temprano, a lo largo de la historia, nos topamos con períodos donde a los gobernantes les interesa más el poder hacer que lo que DEBEN hacer: lo que es legal se distancia cada vez más de lo que es moral. En esos tiempos, debemos recordar que al final del día la ley no nos defiende; nosotros defendemos la ley. Y cuando eso se convierte en lo contrario a nuestra moral, tenemos tanto el derecho como la responsabilidad de reequilibrarlo hacia fines justos”.


Artículo publicado en el diario guatemalteco “Siglo Veintiuno”, el lunes 2 de marzo de 2015.

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