¿Será un sueño
imposible en Guatemala? Por supuesto, mi sueño completo es que ese día se repita
la mayoría de veces posible, y no como es hoy la vida real en mi país. Son
tantos los abusos, los crímenes, las miserias… que a veces parece que muchos se
han acomodado al estado actual de las cosas y han dejado a un lado, abandonada,
la esperanza de que la situación cambie para bien de todos. O, al menos para la
mayoría que asume sus responsabilidades, comenzando por mantenerse a sí mismos
y a las personas que libremente haya decidido apoyar.
Mientras hago
ejercicios suelo ver, entre otras cosas, noticieros internacionales. Precisamente
en esas me encontraba un día de la semana pasada cuando vi una nota sobre un
hecho que había escandalizado a los londinenses: un hombre, sin explicación
conocida, atacó a una adolescente por la espalda, golpeándola una sola vez en
la cabeza. Tan fuerte fue el golpe que la joven perdió el conocimiento. Gracias
a unas cámaras de seguridad lograron identificar al antisocial culpable de la
agresión. ¡Qué diferente al contexto nuestro! Un caso similar en estos lares ni
siquiera hubiera sido noticia, menos hubiera sido resuelto.
Muy diferente es
la realidad por acá. Por ejemplo, la semana pasada una familia se destruyó
debido a una granada que encontró uno de los niños en una mochila que llevó a
su casa. No es esta la primera ocasión en la cual nos enteramos de lo fácil que
es toparse con un arma mortal en cualquier esquina de la ciudad. Y en el
interior la situación es la misma, o peor. ¿A cuántos indignó esta tragedia? A
muy pocos, estando ya la mayoría acostumbrada a escuchar sobre hechos parecidos.
Quiero vivir un
día tranquilo en el cual el Ministro de Gobernación de mi país, encargado de nuestra
seguridad, no genere más incertidumbre de la que hay al suplicar amablemente, por
sus cuentas públicas en las redes sociales, a una partida de delincuentes y
criminales ¿o terroristas? que por favor le devuelvan los explosivos, junto con
sus respectivos detonadores, que robaron de unos vehículos que previamente
quemaron los mismos sujetos a quienes se dirige. Un día en el cual pueda
caminar tranquila por cualquier espacio, donde quiera y pueda, sin miedo a
quedar en medio de una balacera de
narcos, sin temer a que en cualquier momento puedo pasar a formar parte de la
estadística olvidada de las miles de víctimas de la llamada guerra contra las
drogas.
Un día en el cual
no me tope con una breve nota perdida entre los reclamos de algunos
oportunistas, en la cual informan del hallazgo del cadáver de un recién nacido
abandonado a su suerte que poco le sirvió en este mundo, otra víctima más,
ahora de la ley antiadopciones que ha
condenado a miles de criaturas no queridas por sus progenitores a una vida en
el abandono y sin la posibilidad de crecer dentro del seno de una familia. Un
día en el cual los saqueadores, los vividores, los mentirosos… ocupen su lugar.
Artículo publicado en el
diario guatemalteco “Siglo Veintiuno”, el lunes 26 de noviembre de 2012. La
foto del amanecer la tomé un día que esperaba fuera tranquilo. No importa la
fecha.Etiquetas: adopciones, crimen, Guatemala, Mauricio López Bonilla, narcotráfico, realidad
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