El miércoles
apareció Leonel. Muerto. ¿Tembló cuando murió? Dejó su casa el sábado por la
mañana. Fue a trabajar. Nunca regresó. Dicen que lo mataron por robarle la
moto. No estoy segura de que así haya sido. Apareció en Mixco, lejos de su
hogar. Veintidós años. Productivo. Era Leonel parte de una familia muy querida
por mis padres. Otro asesinato cuyo responsable morirá algún día en el
anonimato. Impune. Lo siento mucho por Evaristo y Laura. Siento no poder hacer
más por ellos que lamentar su dolor y desear que con el tiempo encuentre paz su
corazón.
Guatemala tembló. Cayó el peligroso San Marcos de adobe que sobrevivió
al terremoto de 1976. Cayó sobre decenas de personas que dejaron de existir. Muchos
creen que las mató el sismo. ¿Será
cierto? Conocemos el epicentro del fenómeno que ayer mostró la fragilidad en la
que tantos viven. ¿Fue el sismo el que disparó
contra las construcciones que cayeron encima de los que murieron? Sé que a
Leonel lo mató quien jaló el gatillo del arma asesina. ¿Quién es culpable de la muerte de cuatro
niños en una casa decretada patrimonio histórico de la nación? Decisión que
impidió que fuera destruida para levantar una nueva edificación. La legislación
presente, como en el caso de Leonel, es la principal causa de la muerte.
Qué cierto es lo
escrito por Francisco Pérez de Antón en “Callejón de Dolores”, su más reciente
novela: “La ley se ha instituido para inhibir la acción de los indeseables, se
dice, pero… no hay justicia que pueda devolverle la vida a las víctimas de los
asesinos. Por acuerdo general dejamos aquella en manos de terceros, pero cuando
los jueces por incompetencia, cobardía, corrupción u otras causas, no son
capaces de hacerlas cumplir ¿Qué nos queda a los demás para alcanzarla? ¿Y qué
satisfacción dar a los agraviados, a los inocentes y a los muertos?”
Guatemala tembló.
San Marcos lloró. Leonel murió. Y todo lo anterior son más pruebas que se suman
a las tantas evidencias que ya hay de que el sistema colapsó: se cayó. ¿Cuándo lo vamos a levantar?
¿Cuándo lo vamos a cambiar? ¿Cuándo le vamos a dar un giro de 180 grados que
nos permita alejarnos del intervencionismo actual que nos ahoga? ¿Cuándo vamos
nosotros, los ciudadanos, a impulsar los cambios que nos permitan vivir dentro
de una República Liberal? Y quiero resaltar que los cambios solo pueden venir
de nosotros, los ciudadanos, porque a los políticos les conviene el caos, la
miseria y la inseguridad creciente en la cual vivimos.
Evaristo y Laura,
no puedo devolverles a Leonel vivo. No puedo detener el muro de adobe que se
derrumbó sobre los niños que vivieron en la histórica
casa, patrimonio ¿de nuestra cultura? ni puedo resucitar a todos aquellos que
mueren porque nos han impuesto un sistema empobrecedor, ajeno a un verdadero
Estado de Derecho. Pero sí puedo denunciarlo, sí puedo hacerlo público, sí
puedo condenarlo. Sí puedo invitarlo a usted a que también lo haga. Puedo y lo
hago.
Artículo publicado en el
diario guatemalteco “Siglo Veintiuno”, el lunes 12 de noviembre de 2012. La
fotografía es de Edgar Domínguez de Prensa Libre.
Etiquetas: 2012, asesinatos, Callejón de Dolores, crimen, Ervin Leonel López Cal, Estado benefactor, Francisco Pérez de Antón, Guatemala, justicia, mercantilismo, República, temblor, terremoto
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