Principios / Marta Yolanda Díaz-Durán A.

2.05.2007

Estafa en tierra


No tiene que invertir off shore para ser estafado. A diario somos engañados en nuestra inefable tierra guatemalteca. Dicen, por cierto, que esa tierra es ¿nuestra? gracias al Estado: esa ficción, como la llamó Frédéric Bastiat, “mediante la cual tratamos de vivir a expensas de los demás”. Un fraude más que en la práctica sólo es el feudo de los gobernantes y sus amigos que, siguiendo el modelo del rey de España, mantuvieron la restricción colonial de que el subsuelo es propiedad de la ficción mencionada. Quienes utilizan y quienes creen en ese explotado discurso olvidan qué, como dijo Luis XIV de Francia, “el Estado soy yo”. Yo, el rey, el gobernante de turno.

O tal vez no lo olvidan: al menos aquellos que manipulan los anhelos de otros por medio de la ilusión del Estado protector. Sólo apuestan a que el pueblo se compone de gente fácil de burlar. Total, si tantos se han tragado la fantasía bien intencionada del intervencionismo benefactor, ¿por qué no van a creer, por ejemplo, que el subsuelo y los recursos que en éste se encuentran son de ellos?

Leonard Read, fundador de la Fundación para la Educación Económica (FEE) dijo: “Los worrycrats (burócratas preocupados), son una raza especial de burócratas totalitarios que se reproducen a medida que la sociedad es socializada. Se preocupan por nuestra salud, educación, bienestar, seguridad, ingerencia de drogas, dieta… y, sobre todo, se interesan en nuestras propiedades. Hoy, los worrycrats han superado a la mayoría de los profesionales de otras disciplinas. Cuán rápido han proliferado”. ¿Por qué abundan y qué permite su multiplicación?

¿Será porque los adultos infantes creen que el Estado va a protegerlos? ¿De quién los protege? ¿Los protege de sí mismos y las consecuencias de sus decisiones? Dicen, quienes imploran por papá gobierno, que se sienten indefensos, decepcionados, defraudados. ¿De qué? ¿De ese sistema paternalista fracasado al que claman que los rescate? ¿Acaso ese sistema no está administrado por individuos falibles, iniciados en las artes maquiavélicas? ¿Ese sistema que les permite embaucar impunemente a muchos? ¿No son acusados de avorazados, ambiciosos e ineptos, entre otras cosas, quienes manejan ese régimen, cuando se presentan como lo que son: simples políticos? ¿Qué los transforma en defensores de los desvalidos cuando actúan en nombre del Estado? Sólo el autoengaño de quienes se dejan estafar.

En fin, da igual el apellido del pater familia: puede ser Bush, Berger o Chávez. Los pueden apoyar la Reserva Federal, la Superintendencia de Bancos o la Asamblea Nacional. Aunque en unos casos la acción de esos progenitores públicos va a ser menos dañina. En los sistemas que limitan a esos padres patrios, se causa menos daño a sus entenados: los ciudadanos. ¿Cuándo vamos a madurar y asumir nuestras responsabilidades? Probablemente cuando despidamos a la niñera estatal especializada en mayores de edad.


Artículo publicado en el diario guatemalteco “Siglo Veintiuno” el lunes 5 de febrero de 2007.

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