Principios / Marta Yolanda Díaz-Durán A.

3.11.2019

¿Por qué prevalece la ignorancia en la política?




¿Por qué prevalecen en las elecciones políticas los espejitos que suelen ofrecer los políticos cuando se encuentran en campaña? ¿Por qué es diferente la manera en la cual la mayoría de personas actúan cuando se trata de tomar decisiones que afectan directamente, de forma clara y explícita, su esfera personal? Al fin, tarde o temprano, pagaremos las consecuencias de las malas decisiones políticas que tomemos, en las cuales, lamentablemente, se impone la emoción por encima de la razón.

A pocos de días de que empiece formalmente la campaña electoral, aún no tenemos claro qué va a suceder. Al menos ya sabemos cómo interpretó el TSE las modificaciones de 2016 a la LEPP. No obstante, la mayoría de los candidatos a los diferentes cargos de elección, desde ya muestran su incapacidad ¿o su descaro? en el cómo pretenden arreglar lo que consideran nuestros problemas principales. Proliferan los almuerzos gratis (o, más precisamente, los almuerzos robados) que ofrecen a los que voten por ellos, y no las verdaderas propuestas que promueven la prosperidad.

Pero, ¿por qué los almuerzos gratis que ofrecen los candidatos prevalecen electoralmente? ¿Por qué tantos deciden en contra de su bienestar real en el largo plazo y se dejan embaucar, una y otra vez? Brillan por su ausencia los discursos que abordan la realidad, los costos de oportunidad, las ventajas comparativas, la explicación de que los ingresos dentro de un verdadero mercado se obtienen beneficiando a otros, el rol que juega en el progreso el respeto al derecho de propiedad y a las utilidades legítimamente ganadas, la importancia del capital para la transformación de recursos en riqueza y la creación de fuentes de trabajo productivo… En fin, todo aquello necesario para que mejoremos nuestra calidad de vida y, de paso, acabemos con la corrupción, es ajeno a la discusión política.

A menos que los votantes comprendan los mecanismos involucrados en el desarrollo, no podrán evaluar con precisión por cuál político votar. Más aún, prevalecerá la ignorancia económica y la falsa idea de que el gobernante les va a resolver sus problemas y a satisfacer sus necesidades casi que por arte de magia o exprimiendo a los ricos. La ironía es que al final los que salen más perjudicados son precisamente los más pobres que encuentran más obstáculos para superar esa pobreza, y quienes habían logrado superarla pero que al esperar mejorar a partir de la intervención del abstracto Estado, terminan retrocediendo en su calidad de vida en lugar de mejorarla.

Pretender avanzar apoyando la violación de los derechos de otros, no solo es una injusta mentira, sino que termina afectándonos a todos. Aquellos que se benefician de la vasta red de intercambios voluntarios dentro del mercado sin comprenderlos, pueden ser atraídos por los cantos de sirena que, de hecho, socavan los acuerdos que les permitieron superarse. Dentro del sistema Benefactor/Mercantilista, la competencia política promueve falsas esperanzas que solo sirven para que los populistas lleguen al ejercicio del poder.


Artículo publicado en el diario guatemalteco “El Siglo”, el lunes 11 de marzo de 2019.

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