Principios / Marta Yolanda Díaz-Durán A.

2.08.2016

No está la virgen para tafetanes



Ni los tributarios estamos para pagar más impuestos y permitir que nuestros mandatarios nos sigan endeudando. Tampoco está la mayoría de habitantes de Guatemala en condición de aceptar con resignación los errores de los nuevos gobernantes, los nuevos diputados y los viejos jueces. Es increíble que haya alguien que abogue por darles una tregua a quienes tomaron posesión de sus cargos el pasado 14 de enero, cuando vemos que recurren a las mismas artimañas de aquellos que los precedieron.
                                                  
A los ciudadanos productivos, los que pagamos los platos rotos de otros, no nos conviene bajo ningún punto de vista objetivo hacernos los locos y falsear la realidad mientras vemos a los mandatarios de hoy cometer los mismos errores que cometieron ayer sus antecesores, quienes terminaron presos por corruptos. Y todo por la absurda idea de que hay que dar a los gobernantes recién estrenados un tiempo de espera para que se equivoquen creyendo, ingenuamente, que van a corregir sus metidas de pata y que en el proceso van a aprender lo que se supone ya saben: cuáles son sus obligaciones y cuál es el mandato que les hemos dado los mandantes.

Tanto en el Ejecutivo como en el Congreso, hemos visto más shows que acción racional dirigida a cambiar la miserable situación que enfrentan muchos. Más les vale despertar a los privilegiados y a los despistados que no se han enterado del polvorín sobre el cual se encuentran sentados. Una bomba de tiempo que puede estallar en cualquier momento, cuyas consecuencias no me atrevo a estimar.

En el Legislativo, Mario Taracena poco ha hecho después de denunciar la costosa e innecesaria burocracia del poder bajo su cargo, con unos pocos puestos de trabajo justificables pero ineficientes casi en su totalidad. Veremos qué pasa con las reformas a la Ley Orgánica del Congreso. Espero que la Procuradora General de la Nación, María Eugenia Villagrán, cumpla con su deber e interponga las denuncias necesarias para declarar lesivos e ilegales los pactos colectivos, y que los expresidentes del Congreso responsables de semejante abuso paguen por sus actos contrarios al bienestar de quienes los mantenemos: nosotros, los tributarios.

Por otro lado, Jimmy Morales  parece que no se ha dado cuenta de que la campaña política terminó, y que el azar y las circunstancias que enfrentamos el año pasado lo hicieron ganador del codiciado puesto de primer MANDATARIO de la nación. No emperador ni payaso de turno. Y su mandato primordial está claramente expresado en los artículos primero y segundo de nuestra Constitución: “El Estado de Guatemala se organiza para proteger a la persona y a la familia; su fin supremo es la realización del bien común… Es deber del Estado garantizarle a los habitantes de la República la vida, la libertad, la justicia, la seguridad, la paz y el desarrollo integral de la persona”. Así como la virgen no está para tafetanes, el mandante no está para seguir aceptando los excesos, el oportunismo y las equivocaciones de los gobernantes.


Artículo publicado en el diario guatemalteco “Siglo Veintiuno”, el lunes 8 de febrero de 2016.

Etiquetas: , , , , , , , ,