Principios / Marta Yolanda Díaz-Durán A.

9.01.2008

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Hace dos semanas, compartí durante unos días con un grupo de intelectuales de varios países de América: desde Estados Unidos hasta la Argentina. En esta ocasión, me tocó ser la única nacida en esta tierra de la eterna agonía, razón por la cual, el entregarme a una parte de la realidad distinta a la de la constante amenaza de la creciente criminalidad, incluida la descarada corrupción de la Administración Pública (de los gobernantes y funcionarios de turno que, por supuesto, NO excluye a quienes ostentaron el poder con anterioridad), significó para mi un verdadero remanso de paz.

Y qué puedo decir de la demandante discusión y debate con personas dedicadas a distintas disciplinas, con un amplio conocimiento de muchos temas y una honestidad intelectual que, sin duda, contribuyeron a enriquecernos a quienes participamos en el Coloquio 78 de “Exploraciones sobre la Libertad”, auspiciado por “Liberty Fund”, en el cual profundizamos en el pensamiento de Frédéric Bastiat, preclaro pensador francés decimonónico.

Reencontrarme con este influyente periodista y redescubrir reflexiones aparentemente olvidadas, aunque ya parte integral de mi saber, me motivan hoy a hacer de mi artículo, como dice su titulo, un “copiar y pegar” lo escrito por otra persona.

“El Estado es la gran ficción por medio de la cual todo el mundo se esfuerza por vivir a expensas del resto”, lo que explica la fascinación que tantos tienen por el fracasado Welfare State, que ha permitido a los gorrones existir gracias a la creación y producción de otros. Principiando por la mayoría de los políticos, continuando con los burócratas estatales y terminando con los cabecillas de los grupos de presión, los cuales crecen inconteniblemente bajo el amparo del poder discrecional, casi ilimitado, de los gobernantes. Las reciente concesiones otorgadas por Álvaro Colom a los delincuentes de la CONIC, financiadas por los agobiados tributarios, son el ejemplo conocido más cercano de este punto. ¿Para eso quieren aumentar, nuevamente, los impuestos?

“El Estado puede tomar y no dar… por la naturaleza porosa y absorbente de sus manos, que retienen siempre una parte y algunas veces la totalidad de lo que tocan. Pero lo que NUNCA se ha visto, lo que JAMÁS se verá y ni siquiera puede concebirse, es que el Estado dé al público más de lo que recibe de él”. Más claro, no canta un gallo. ¿Cuál será el problema de quienes no entienden algo tan sencillo? ¿O será cosa de un conflicto de intereses individuales: no les conviene entender? En fin, la última de las opciones sería una cuestión de ego y pura emoción irracional: el miedo a enfrentar la realidad, reconocer que se equivocaron y aceptar las consecuencias de sus acciones.

Mientras, “el pueblo cree, el pueblo espera y el pueblo hace una revolución”. Yo, me decanto por una evolución radical de nuestras normas que nos permita vivir dentro de un Estado de Derecho, hoy inexistente en Guatemala.


Articulo publicado en el diario guatemalteco “Siglo Veintiuno”, el lunes 18 de agosto de 2008. En la imagen, Bastiat.

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