Principios / Marta Yolanda Díaz-Durán A.

7.27.2008

Fusión


Hoy está de moda en la gastronomía la cocina fusión: un estilo culinario que incorpora, mezcla o fusiona prácticas o métodos culinarios de diferentes regiones, culturas o etnias: combina ingredientes, especias y/o condimentos representativos de varios países. Yo, como orgullosa sibarita que soy, me volví aficionada a este tipo de alimentación, al extremo de intentar aprender sobre los oscuros meandros de la cocina. Oscuros al menos para mí, que he sido reacia a cocinar. Cosas veredes, Lolita. Evolucionamos… a veces.

Paradójicamente, en las artes ocultas de la política, a pesar de los esfuerzos conciliadores de sectores, los ingredientes fusionados siguen siendo los mismos: la ambición de poder, el ánimo de convertirse en parásitos del trabajo y la creación de otros, y el deseo desenfrenado de unos pocos de controlar a los demás. Y estos chefs-propietarios de la ley pervertida, siguen utilizando los mismos métodos para alcanzar sus objetivos: la manipulación emocional, la tergiversación de la verdad y la mentira altruista: el constante repetir las buenas intenciones del Estado omnipotente, el padre protector que nos dicta qué hacer. El amo que esclaviza a quien se acomoda, se deja engañar y renuncia a sus bienes, libertad y vida: renuncia a ser feliz.

Guatemala suele estar en la cola de casi todas las mediciones mundiales: en competitividad, en atracción de inversiones, en respeto a la propiedad, en seguridad, en justicia… En fin, en lo único que encabezamos los listados es en la medición de corrupción. Lugar que, parece, están interesados en mantener aquellos que administran el benefactor Estado. Entiéndase: los gobernantes.

Alguna vez nos topamos con acciones públicas que van en el camino correcto de una nueva fusión, como es la reciente decisión de Álvaro Colom de eliminar los aranceles a diez productos. Pero, francamente, ¿por qué no hacemos de todo el país una zona franca? Seamos francos: ¿queremos progreso y desarrollo? Generalicemos las exenciones y hagámoslas la regla y no la excepción. Eliminemos los impuestos directos que castigan al productivo, ahuyentan al capital y nos hacen más pobres. Claro, a excepción de los gobernantes y los expertos que viven de las consultorías que les financiamos los tributarios, generalmente enfocadas a justificar el cobro de más impuestos. ¿Para contratarles más consultorías? El cuento de nunca acabar.

Para EVOLUCIONAR nuestra sociedad, es importante fusionar correctamente las respuestas a algunas preguntas como las siguientes: ¿qué significa la generación de riqueza? La educación, ¿es un medio o un fin? ¿Qué es lo justo? ¿Qué es justicia? ¿Se puede reducir la corrupción con más legislación? ¿Cuáles son nuestras prioridades? ¿Tenemos un objetivo común? ¿Qué es lo importante: reducir la desigualdad o mejorar los ingresos reales de todos? ¿Cuáles son los ingredientes y métodos que facilitan nuestra búsqueda de la felicidad?


Articulo publicado en el diario guatemalteco “Siglo Veintiuno”, el lunes 9 de junio de 2008.

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