Unos estudiantes me preguntaron recientemente cómo
diferenciar la información de la manipulación, en particular en los medios de
comunicación que, para tristeza del periodismo objetivo, la mayoría han perdido de vista la misión de tan noble
profesión: la de la búsqueda de la verdad de los hechos. Por supuesto, a simple
vista, pareciera que resolver el dilema es sencillo, sin embargo, debido a los distractores
que existen hoy en día, encontrar la repuesta correcta demanda de toda persona
hacer un esfuerzo mental mayor que aquel que muchos están dispuestos a hacer.
Como en todo proceso de aprendizaje, debemos comenzar con
las definiciones de los términos a entender para luego diferenciar. La
información es todo aquello que tiene que ver con las preguntas básicas que
todos, no sólo los periodistas, debemos hacernos en lo que respecta a los
hechos de la realidad: ¿qué pasó?, ¿quiénes están involucrados?, ¿dónde
sucedió?, ¿cómo se dio?, ¿cuándo pasó?... y cuándo el hecho lo requiera, buscar
los cuántos: ¿cuánto dinero?, ¿cuántas personas?, ¿a cuánto asciende el daño?
Las respuestas a estas preguntas son difíciles de manipular, aunque no
imposible.
La manipulación se da cuando se buscan las raíces que
explican los hechos: cuando se responde el por qué y/o el para qué. Y la falsa
creencia de que la objetividad es imposible, una falacia enseñada y difundida
en la mayoría de escuelas de la comunicación, facilita la manipulación y la
difusión de mentiras y/o “verdades a medias” (fuera de contexto) que favorecen
en el corto plazo a los pocos que se benefician de la confusión y que dificultan
la construcción de sociedades pacíficas en las cuales prevalezcan aquellos
principios que hemos descubierto que van de acuerdo con la naturaleza de las
cosas y facilitan el progreso de nuestra especie.
Hoy es triste ver que en los diarios, en los noticieros, en
las revistas… predomina la propaganda política, más que la información y el
conocimiento que permite la cooperación basada en la virtud de la benevolencia,
el libre intercambio y la convivencia pacífica entre los miembros de una misma
sociedad. Vaya, entre todas las personas que hoy habitamos la Tierra. Propaganda
cuyo objetivo, tal y como lo explica Daniel Lattier en su ensayo titulado
“Desactivar el cerebro”, es promover agendas ideológicas y partidistas, más que
informar al público sobre los hechos relevantes de la realidad.
Según Lattier, el motivo por el cual tienen éxito es que en
la actualidad la mayoría de la gente quiere ser propagandizada: desean recibir órdenes de una autoridad en temas
ideológicos y de conversación, en lugar de hacer el esfuerzo mental por
aclararse las ideas y formar juicios propios. La mayoría de la gente no tiene interés,
y ven poco valor, en el diálogo intelectualmente honesto con otros. No
obstante, la única manera en la cual vamos a lograr diferenciar la información
de la manipulación, será por medio de ese diálogo y la búsqueda de las
evidencias que separen los juicios falsos de los verdaderos.
Artículo publicado en el diario guatemalteco
“Siglo Veintiuno”, el lunes 3 de abril de 2017.Etiquetas: grupos de presión, ideología, información, intereses, manipulación, objetividad, periodismo, política, propaganda
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