Choque de prejuicios
Cuenta con un reparto fabuloso, una fotografía memorable y un guión inteligente con diálogos retadores y políticamente incorrectos. Es un ejemplo del fracaso de las leyes que privilegian a unos a costa de otros. Un ejemplo más del descalabro ocasionado por las affirmative actions (acciones afirmativas) que en lugar de beneficiar en el largo plazo a los privilegiados con éstas, los condena a acomodarse a la mediocridad.
Los prejuicios son producto de la ignorancia y los mantiene presentes la desidia de pensar. Es más sencillo creer las mentiras difundidas por unos para manipular a los demás, que esforzarse en buscar en la realidad las respuestas verdaderas a nuestras dudas. Las respuestas que nos permitan aclararnos las ideas y así confirmar o desechar por falsos nuestros prejuicios. Muchos creen que les facilitan la existencia explicaciones tan descabelladas como que todo latino tiene que ser mexicano, que todo asiático es chino, que todo musulmán es árabe, que todo blanco es racista y que todo negro es un haragán ladrón.
“Es el sentido del tacto. En una ciudad real, la gente te roza, te golpea al caminar. En Los Ángeles nadie te toca. Estamos detrás del metal y el vidrio. Extrañamos tanto ese roce que chocamos contra el otro para sentir algo”. Además de los prejuicios, Crash nos confronta con nuestros miedos, con el rencor, el resentimiento, el poder, la inseguridad… pero no de la ciudad, sino la propia. Todas estas emociones se convierten en los hilos conductores de la trama. Es una historia que cuestiona estereotipos.
“Vivir en constante choque”, y reconocer que los temidos monstruos no se esconden debajo de la cama: se llevan por dentro. “Estoy enojada todo el tiempo y no sé por qué”, el choque que producen las contradicciones sin resolver. Descubrir que, al final, no importan tanto las circunstancias, como nuestra respuesta ante éstas. La decisión depende de nosotros, que somos capaces de cometer las más bajas y deleznables acciones, así como también de actuar de forma justa. Y en ambos casos, para bien o para mal, somos responsables de las consecuencias de esas acciones. Admitir que es imposible amarnos los unos a los otros, pero que sí tenemos la obligación de respetarnos mutuamente, más allá de nuestras creencias.
Crash nos deja en el paladar un sabor a esperanza al confrontar nuestros prejuicios y miedos, al mostrarnos que es posible superarlos. Es probable que, como fue mi caso, le deje haciéndose aún más preguntas de las que tenía al principio.
Etiquetas: acciones afirmativas, affirmative actions, Bobby Moresco, Crash, Paul Haggis, prejuicios, Privilegios, responsabilidad
1 Comments:
A pesar que aun no he visto esa pelicula el guion que tiene,totalmente de acuerdo al testimonio de el autor de este articulo,deberia de ser exhibido en en todas las escuelas superiores .
By Unknown, at 5:42 p.m.
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