El derecho de antejuicio, que siendo correctos debe ser llamado
privilegio, debe ser eliminado de nuestro sistema jurídico. Nadie debe estar
por encima de la ley y esta debe ser igual para todos. Más aún, en el caso de
los gobernantes debe haber un mayor control, ya que se les ha delegado el
monopolio del uso legal de la fuerza, el cual dentro del sistema político
interventor y estatista que prevalece, usan para violentar los derechos individuales
de los soberanos: los ciudadanos.
El Código Procesal Penal en el
artículo 293, sí reconoce al antejuicio como un privilegio: “Cuando la
viabilidad de la persecución penal dependa de un procedimiento previo, el
tribunal competente, de oficio o a petición del Ministerio Público, solicitará
el antejuicio a la autoridad que corresponda… Contra el titular del privilegio no se podrán realizar actos
que impliquen una persecución penal... Culminada la investigación esencial, se
archivarán las piezas de convicción, salvo que el procedimiento continúe con
relación a otros imputados que no ostentan el privilegio”.
El origen de este privilegio se
remonta a los antiguos regímenes monárquicos y los fueros privilegiados que el Rey otorgaba y se
reservaba. Según el Diccionario del Español Jurídico de la RAE, compilado por
Muñoz Machado, el fuero privilegiado es un "Conjunto de prerrogativas
reconocidas a distintas clases o categorías sociales, en virtud de las cuales
las causas que les fueran abiertas serían juzgadas conforme a procedimientos
especiales y por tribunales determinados, distintos de los comunes, lo que
conducía a una gran desigualdad que diferenciaba a las personas, los procesos y
los tribunales juzgadores”. Práctica que fue rechazada por el discurso preliminar
de la Constitución de Cádiz (1812).
Como escribió Warren Orbaugh en
“La arquitectura de la ciudad”: “La justicia es la misma para todos, pues
respetar en las relaciones el derecho de cada individuo es beneficioso
recíprocamente para cada quien. Y como los derechos de todos los ciudadanos son
iguales, en la ciudad todos son iguales ante la ley… si hubiere alguien que
gozara de un privilegio, que es una ventaja exclusiva o especial por concesión
del gobierno, entonces no serían todos iguales ante la ley, entonces no habría
Estado de Derecho, entonces no habría justicia. El derecho es lo justo; el
privilegio es lo injusto”.
Se contradicen quienes apoyan el
antejuicio, pero dicen estar a favor del Estado de Derecho y la igualdad ante
la ley. El privilegio del antejuicio provoca la desigualdad ante las normas
y promueve el sistema de incentivos
perversos que atrae a los peores representantes de la sociedad al ejercicio del
poder, ya que falsea la realidad de nuestra naturaleza y los axiomas de la acción
humana. Además, se basa en una desconfianza del sistema de justicia al cual
pretenden que nos sujetemos el resto. Ser coherentes con los principios
liberales clásicos implica pelear contra todos los privilegios, incluidos los
privilegios de los gobernantes.
Artículo publicado en el diario guatemalteco
“Siglo Veintiuno”, el lunes 13 de febrero de 2017.Etiquetas: antejuicio, arquitectura, Cádiz, ciudad, Constitución, Derecho, igualdad, justicia, ley, liberalismo, Muñoz Machado, Privilegios, Warren Orbaugh
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