Principios / Marta Yolanda Díaz-Durán A.

1.12.2009

Diferentes

Nota: este artículo fue publicado en el diario guatemalteco “Siglo Veintiuno”, el lunes 20 de octubre de 2008.

“No es lo mismo ser que estar. No es lo mismo estar que quedarse. ¡Qué va! Tampoco quedarse es igual que parar. No es lo mismo”, nos recuerda el cantautor español, Alejandro Sanz. Luego, afirma: “Es distinto conformarse o pelear. No es lo mismo... es distinto”.

No es lo mismo la gesta revolucionaria que terminó con el derrocamiento del guanabi dictadorcito, el General Federico Ponce Vaides, que los gobiernos que vinieron después del mencionado golpe de Estado. No es lo mismo el movimiento encabezado por el ciudadano Jorge Toriello, el Mayor Javier Arana y el Capitán Jacobo Arbenz, que los gobiernos posteriores dirigidos por Juan José Arévalo y el último de los caudillos ya mencionado, en cuyos regímenes se introdujo el fracasado Estado Benefactor y se profundizó el mercantilismo imperante antes de sus mandatos. Sistema político/económico vigente a la fecha en Guatemala y la mayor parte del mundo.

“No es lo mismo arte que hartar. No es lo mismo ser justo que ¡qué justo te va!”, continúa Sanz. “No es lo mismo que sepas que hay gente que trata de confundirnos”, que aceptar resignadamente el engaño. No es lo mismo ser súbdito que ciudadano. No es lo mismo ser esclavo que libre. No es lo mismo un oportunista, gorrón, que vive de la creación de otros, que el hombre adulto, la mujer adulta, las personas responsables que arriesgan, invierten, trabajan, producen… y no son carga de otros.

No son lo mismo aquellos que les creen a los políticos cuando les prometen, a cambio de su voto, velar por ellos y satisfacer todas sus necesidades por el resto de su existencia (que sí es lo mismo que decir “quédate conmigo, prometo darte tormento, darte malos ratos..."), y después sólo los maldicen y esperan sucumbir ante los cantos de sirena del próximo iluminado padre protector que les ofrece la celestial vida eterna en esta tierra de lamentos… No son lo mismo que quienes dicen “¡Ya basta!” y se levantan en contra de la corrupción, la mentira y el abuso del poder.

“No es lo mismo mi gobierno que el de Alfonso Portillo”, vocifera Álvaro Colom. No serán lo mismo, pero se parecen mucho: tanto en sus acciones como en algunos rostros que también formaron parte del gobierno del ¿voluntariamente extraditado? eferregista. Total, no es lo mismo un gavilán pollero al servicio de su gavilana, que un pollo cómodamente reintegrado a su gallinero.

En fin, como Sanz, respondo a los cobardes: “Eres tanta gente, que dime ¿con quién hablo ahora?... Vale... que a lo mejor me lo merezco. Bueno... pero mi voz no te la vendo. Puerta... y lo que opinen de nosotros... Léeme lo labios, yo no estoy en venta. Y lo que opinen de nosotros... Léeme lo labios, a mí me vale madre”. Y a ustedes, amables lectores, además de agradecerles el tiempo que dedican a mis escritos, tengo “pomada pa' to' los dolores. Remedios para toda clase de errores. También recetas pa' la desilusión”. Evolución, más que revolución.

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