Goleada
Los jugadores estatales se concentran en el ataque: no necesitan defensas porque rara vez la formación contraria logra llegar a su terreno. Y las probabilidades de que amenacen a su guardameta son aún menores.
Los seleccionados del conjunto público son entrenados por tecnócratas “quemados” que dirigen desde el banquillo de los asesores o “comisionados”. Recomiendan a los “volantes” del Ejecutivo pasar el “evasivo” balón al campo del tributario, para que los diputados delanteros driblen con diestros “globitos” al despistado ciudadano, con la intención de anotar con la zurda “neokeynesiana”.
Difundir la idea errónea de que el fisco tiene “pérdidas” es otra de las estrategias clásicas del balompié estatal. Si creyéramos semejante barbaridad, y por ese motivo aceptáramos más cargas, en lugar de las falsas pérdidas del fisco, lloraríamos la pérdida real de empleos: un autogol. Al fin, si existieran esas supuestas pérdidas, sería porque el pisto se quedó en los bolsillos de los legítimos propietarios.
La manipulación monetaria por parte del bloque ofensivo del Banco Central, es una de las movidas más comunes, a pesar de que la apreciación del quetzal frente al dólar también beneficia al erario. Otro sin sentido del juego interventor, ese que tiene a más de medio millón de personas esperando “compensación” del ficticio Estado. Es curioso que quienes “esperan” esta plata, cuando se “desesperan”, preparan su morral, mochila o maleta, y se van para el norte donde no exigen nada y sólo esperan encontrar trabajo.
Los burócratas utilizan de excusa la falta de fondos para no cumplir sus promesas: una paradoja, porque si a unos les sobra el billete (de otros) es a ellos. Sin embargo, aunque reconocieran que tienen el dinero, ¿es justo que las autoridades destinen esos recursos para satisfacer las demandas de los grupos de presión y los gorrones?
Una vez sigamos jugando bajo las reglas del socialista “Welfare State” la situación no va a cambiar. La legislación positivista favorece al oportunista vividor de las arcas públicas. Así, seguirán bombardeando nuestra portería con impuestos, burocracia, gastos irrelevantes, privilegios para algunos, préstamos internacionales inútiles… ¿Y qué certeza tenemos de la actuación correcta de los árbitros, los magistrados de la Corte de Constitucionalidad, si son designados por el equipo de los políticos?
En India, una mujer, se casó con una cobra. En Perú eligieron a Alan García como Presidente. Total, cada loco con su tema y cada pueblo con sus gobernantes, quienes, la mayoría de las veces, son más peligrosos que una serpiente.
Nota: este artículo fue publicado en el diario guatemalteco “Siglo Veintiuno”, en la columna semanal “Principios”, el lunes 12 de junio de 2006.
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