Principios / Marta Yolanda Díaz-Durán A.

12.01.2012

Seré yo




Hace algunas noches viví una pesadilla. Fue una experiencia horrorosa. Soñé que no era yo. Que era una impostora. Que me había robado la vida de Marta Yolanda Díaz-Durán. Todos me reconocían como ella, pero yo sabía que no lo era. Vivía su vida, bebía sus vinos, disfrutaba de su comida, pero no era ella. Leía sus libros, dormía en su cama, reía con sus amigos, pero no era ella. ¿Por qué? ¿Qué había pasado? ¿En qué momento me habían cambiado? ¿Quién era responsable? ¿Cuándo volvería a ser yo? ¿Quién era yo?

En esta historia incontable que intentaré contar, solo sabía que estaba viviendo la vida de alguien más, motivo por el cual decidí hacer un viaje por el globo en búsqueda de mí. Decidí ser una especie de émulo de Anthony Bourdain. Viajaba sin reservaciones, y a la hora de arribar al hotel no tenía donde hospedarme. ¿Cómo me iban a dar un cuarto si no lo había reservado? Pensé que la traducción del inglés al español había cambiado el doble sentido de no reservations. Sin embargo, a pesar del mal entendido, continué mi viaje. Total, en mi sueño era una Marta Yolanda que iniciaba una nueva etapa de su vida: había conseguido que alguien financiara un programa de televisión que le permitiera conocer de primera mano la cultura, el paisaje, la gastronomía… de inolvidables rincones del planeta.

Recuerdo que llegué a Hong Kong, entusiasmada de comer no solo platos orientales, sino aprovechar la mezcla de culturas expresada en la cocina del territorio de los libres en China. La velocidad de la gente en la ciudad me dejó pasmada. Sin moverme en la acera en la cual todo y todos se movían. Imagino que sabían a dónde iban. Yo, me dediqué a observar mientras decidía por dónde caminar. Y luego comer. Por supuesto beber. Después de saciar mi hambre de nuevos sabores, olores y texturas, decidí que era el momento ideal de partir: no entendía el cantonés.

Tomé la ruta de la Toscana. Creí que los colores intensos de la región despertarían en mí a mi verdadero yo. Divagaba entre el verde de la tierra y el rojo sobre el azul del cielo. Probé el lardo en un pan hecho en casa de no sé quién, mientras observaba una impresionante escultura hecha en mármol de Carrara que me recordó al David de Miguel Ángel. Aclaro que no me encontraba en Florencia, sino en alguno de los pueblos perdidos y olvidados, como yo, en el centro de Italia. Después de disfrutar de un pan bañado en aceite de oliva extra virgen con prosciutto (lo sé un delicioso exceso), acompañada por una botella de vino tinto casero elabora por alguien que olvido su nombre, como olvidé el mío, decidí continuar mi periplo.

Brinqué a Nueva York, en cuestión de un instante me encontré en la capital del mundo donde están representadas todas las etnias que lo habitan. Aterricé en pleno Times Square. Ya sé, un lugar común, como lo es también el hecho de reconocer que no pensaba dormir hasta solucionar el misterio. Recordé que mi hermano ¿o él hermano de MY? vive en la gran manzana. Lo fui a buscar, y al llegar a su apartamento en Manhattan me dijeron que él también se encontraba de viaje por todo Estados Unidos con el objetivo de escribir su primer libro: Walk like an american. En fin, tal vez me quede en Nueva York, una de mis ciudades preferidas, hasta que despierte.

Eso de no ser uno mismo está fregado. O tal vez no. Pero es aún peor no saber quién es uno, porque, entonces, da igual ser cualquiera. O tal vez no. Que los demás decidan quién soy. ¡Imaginen esa tremenda situación! Eso sí está fregado. Ir por la vida sin saber adónde voy o qué quiero hacer con esa existencia que se va. Que se me va. Es evidente que si no soy yo, no sólo engaño a los otros, me engaño a mí misma que, a mi parecer, es el peor de los engaños. ¡Vaya, tengo un parecer al respecto! Espero que lo anterior signifique que al despertar, seré de nuevo yo. O tal vez no. Decidí que si no voy a ser yo, seré Marta Yolanda Díaz-Duran. Al fin, me encantó su vida. Habibi.


Artículo publicado en la edición 36 de la Revista NuChef, correspondiente al bimestre agosto-septiembre 2012. La imagen de Anthony Bourdain la bajé de Internet.

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