Principios / Marta Yolanda Díaz-Durán A.

8.06.2006

Alto al fuego

Que acaben las guerras, que cesen las muertes de inocentes, que terminen las violaciones a la propiedad, la libertad y la vida de los demás: deseos compartidos por muchos. Anhelos necesarios para que, en lugar de confrontarnos, cooperemos en paz y logremos, dependiendo del esfuerzo propio y la productividad personal, hacer nuestros sueños realidad.

Ahora, ¿cómo podemos alcanzar ese fin común, cuando nos encontramos en el camino a tantos que adolecen de trastornos mentales y espirituales, cuya única meta es ejercer el poder? Seres capaces de ofrecer, ordenar y ejecutar cualquier cosa, con tal de conseguir su objetivo.

Hoy, la lista parece inacabable: Hugo Chávez, Kim Jong Il, Osama Bin Laden, Mahmoud Ahmadineyad y los ayatolás que lo manejan, y otros que olvido en este momento. Listado en el cual debemos agregar a varios seudo demócratas y al tirano cubano, en aparente proceso de extinción, llamado Fidel Castro.

Hugo Chávez, Presidente de Venezuela, ha dedicado las últimas semanas a un viaje, entre otros destinos, a países regidos por dictadores que le vendieron armas para sus milicias bolivarianas. ¿Qué estará elucubrando este Hitler tropical tercermundista? No lo dude: es un peligro demasiado cercano para no hacernos la pregunta.

Mahmoud Ahmadineyad, Presidente de Irán, anunció que le importa un bledo el “ultimátum” del Consejo de Seguridad de la Organización de las Naciones Unidas, con relación a su programa de enriquecimiento del uranio. ¿Está preparándose para un ataque nuclear? ¿Contra quienes? ¿Los infieles? O sea, ¿todos aquellos que no son musulmanes? ¿Se encuentra usted entre este grupo? Digo, el de los infieles, y no precisamente “infiel” a su pareja.

Hussein Safiadin, dirigente de la facción terrorista Hizbulá, reiteró la siguiente amenaza: “Haremos que Israel deje de ser segura para los israelitas. No habrá sitio en que podrán sentirse seguros”. Si usted fuera judío y, además, viviera en Israel, ¿cómo se sentiría? ¿Cuál sería su reacción?

Kim Jong Il, dictador de Corea del Norte (quien vive en un bunker rodeado de lujos a costa de la miseria de su pueblo y obliga a sus súbditos que lo llamen “querido líder”), es otro autoritario gobernante que incluye en sus haberes armamento tan sofisticado que podría aniquilar la vida en el planeta.

No falta quién, ingenuamente, se llene la boca exigiendo a los burócratas de la ONU y los mandatarios del “mundo libre” que detengan los enfrentamientos. Pero, ¿cómo, si estos personajes con un poder casi absoluto y poseedores de grandes riquezas sólo escuchan la voz de su ambición?

Sé que hay quienes consideran las respuestas obvias y piensan que sólo queda una opción: defenderse. Sin embargo, por las pérdidas humanas que esa alternativa implica, llego a la conclusión de que, al menos en mi caso, sí representa un dilema. ¿Cómo solucionarlo? ¿Decidiendo cuál es el mal menor? ¿Quién decide? ¿Bajo qué parámetros? Reflexiono.


Nota: artículo publicado en el diario Siglo Veintiuno, el lunes 7 de agosto de 2006.

3 Comments:

  • Me alegro de haber encontrado este blog... no porque me voy a ahorrar lo del periodico sino por tus excelentes artículos :)

    Hitler tropical tercermundista LOL!!!

    Y no sabía que Kim Jong Il obligaba a que le dijeran "querido lider"... me hubiera servido para cierto post que le hice...

    By Blogger Batfink, at 5:54 p.m.  

  • Creo que muchos humanos deseamos que las guerras acaben. Los problemas que nos aquejan son secuelas de otros problemas que muchas veces no conocemos, el proceso histórico de cambio tiene muchas facetas, además la historia la escriben los vencedores y los vencedores no siempre son los buenos.
    El mundo reclama Paz y algunos poderosos pretenden implantarla como consecuencia de una guerra.
    Las guerras continuarán durante muchos años, quizás muchas generaciones.
    A algunos líderes les toca jugar el papel de Judas, alguien tiene que hacer el trabajo sucio. Si Judas no hubiere entregado a Jesús no se hubiera desencadenado la pasión y no existiera la salvación, causa-consecuencia.
    Los indígenas utilizan la roza, queman y arrasan la tierra para poder sembrar y de alli cultivar su alimento.
    A mi también me provoca una gran impotencia saber que aunque las soluciones a los problemas políticos tienen soluciones nadie parece querer aplicarlas, es dificil cambiar la forma de pensar de una persona, ahora pensemos lo que implicaría cambiar a miles o millones de personas, cosa dificil.
    El esfuerzo propio y la productividad personal, suena bonito, cuando ya se tiene cierta edad y se ha tenido algo de formación en valores, en familia, academia, se come los tres tiempos de comida y los padres se preocuparon por asegurarnos cierto bienestar.
    Pero ¿qué pasa con aquel que nace en un basurero, sus padres son recogebasuras, algunas veces no comen, no van a la escuela y llega a sobrevivir más de 15 años? Se da cuenta que vive de la basura de otros, quiere conocerlos pero lo rechazan, entonces empieza a odiarlos porque lo rechazan, quiere ser mejor pero nadie le da una oportunidad, opta por arrebatar por la fuerza aquello que no puede conseguir, pues además es analfabeta. Se convierte en un peligroso ladrón que no tiene nada que perder.
    Miles de casos en Guatemala, si no iguales, parecidos.

    Bueno, me extendí demasiado y divague pensando mil cosas, ¿qué podemos hacer para cambiar las cosas en nuestro país, por lo menos?

    By Blogger Jorge M., at 4:52 a.m.  

  • A ambos, gracias por sus comentarios.

    ¿Qué podemos hacer? Al menos, para comenzar, aclararnos las ideas y cambiar el sistema en el que vivimos. Lo podemos hacer de forma pacífica. Por eso, considero trascendental las próximas elecciones legislativas.

    Saludos,

    Marta Yolanda.

    By Anonymous Anónimo, at 10:22 a.m.  

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