Para muchos, el año comenzó hoy. Al menos el año productivo.
Lo vemos en el tránsito que recuperó su pesadez. Lo sabemos por las bocinas que
nos recuerdan que vivimos en un mundo de urgencias en el que debemos llegar pronto
a algún lugar: un objetivo que probablemente no alcancemos. ¿Porque salimos
tarde? ¿Porque no planificamos bien nuestro tiempo? ¿O será porque realmente no
deseamos llegar a un lugar en el cual no queremos estar?
En fin, espero que la mayoría mantenga el entusiasmo que nos
embarga a principios de año, aceptando que terminaron las vacaciones y a pesar
de las complicaciones que implica el hecho de que casi todos retomamos nuestra
rutina diaria, con todo e inicio de clases. ¿Por qué? Porque los retos que nos depara
este 2018 son importantes para el presente y el futuro propios y de nuestros
seres queridos.
Uno de los desafíos más importantes de este año a nivel
político es la elección del próximo fiscal general, no solo por la batalla
contra la corrupción, sino para todo el sistema de justicia en nuestro país.
Ese sistema que en lugar de enfocarse en velar para que cada quien reciba lo
que merece, es utilizado como un arma para satisfacer las demandas de los
grupos de presión más poderosos del país. Un sistema que contribuye a preservar
las injusticias que prevalecen en nuestra sociedad.
Sin embargo, el objetivo más trascendente para el año 2018 es
hacer una verdadera reforma a la Ley Electoral y de Partidos Políticos. De lo
contrario, se ponen en riesgo las elecciones generales de 2019. Entre los
cambios urgentes a la actual legislación, el más relevante es el de la elección
de diputados. Será una victoria significativa para los ciudadanos si por lo
menos se logra aprobar el voto preferencial. Por supuesto, el ideal sería que
pasara el voto nominal y hacer pleno el derecho de todo ciudadano a ser electo,
aprobando que cualquiera que lo desee, aunque no esté respaldo por alguna
organización política, pueda postularse para un cargo público. No obstante, en
las actuales circunstancias, veo poco probable que estos cambios se den.
En lo que respecta a los retos ciudadanos, el principal será
la defensa de la libertad de expresión, que significa la libertad de defender
los propios puntos de vista y asumir las posibles consecuencias, incluido el
desacuerdo con los demás, la oposición, la impopularidad y la falta de apoyo. La
libertad de no estar de acuerdo, no escuchar y no apoyar a nuestros
antagonistas.
No debemos permitir la censura bajo ningún punto de vista.
La censura sólo la puede ejercer el gobierno. Ninguna persona, no importa cuán
influyente sea o la profesión que ejerza, puede usar la fuerza física o la
coacción gubernamental para censurar ni suprimir las opiniones o las publicaciones
de otros. Todos somos libres de expresarnos en nuestros espacios y todos somos
libres de escuchar a quien nosotros queramos. La función política del derecho a
la libertad de expresión es proteger a los disidentes y es la principal defensa
contra la imposición de una dictadura.
Artículo publicado en el diario guatemalteco “Siglo
Veintiuno”, el lunes 8 de enero de 2018.
Etiquetas: Ayn Rand, Congreso, elecciones 2019, expresión, fiscal general, legislación, Ley Electoral y de Partidos Políticos, libertad, libertad de expresión
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