¿De cuál pena de
muerte piden su abolición los delegados de la CIDH? Porque, según yo sé, la
legal hace años que no se aplica en
Guatemala. Eso sí, la pena de muerte que
es el pan diario de los guatemaltecos
es la de los linchamientos, que no son otra cosa más que la aplicación informal
de tal castigo, los cuales considero que es utópico pretender abolir, al menos por el momento. Más difícil
será aún si, finalmente, acaban prohibiendo su
aplicación dentro del marco de la Ley.
Precisamente el día que se publicó este reclamo de los
burócratas de la CIDH, en el mismo medio (Prensa Libre) venía una breve nota
que informaba que alrededor de 100 vecinos
lincharon a dos presuntos asaltantes en la ruta que comunica a Santa Lucía
Cotzumalguapa (Escuintla) con San Pedro Yepocapa (Chimaltenango), un hecho
terrible y lamentable, aunque los editores de los medios le den poca
importancia. ¿Eran o no culpables los acusados? ¡Quién sabe! Nunca hubo un
proceso legal en el cual se probara su culpabilidad.
Quienes opinan sobre la pena de muerte fuera del contexto
moral, tal y como lo dije en mi artículo titulado “Sin duda razonable, pena de
muerte” (Siglo Veintiuno, 29 de febrero de 2016), terminan siendo cómplices de
quienes la aplican en el sector informal
de la justicia, sin un juicio previo y sin el debido proceso. Olvidan
que de buenas intenciones está empedrado el camino al infierno. Dicen que
les preocupa que se pueda condenar a morir a un inocente, y prefieren que
terroristas, asesinos en serie, sicarios… vivan el resto de sus vidas a
expensas del tributario. Confunden la aplicación de la pena de muerte a
quién la merece (hecho que debe ser probado) con el reto de mejorar nuestro
sistema de justicia.
Una vez cumplamos con nuestra parte del trato, respetar los
derechos de los otros y no iniciar el uso de la fuerza en contra de nadie, merecemos
que se respeten nuestros derechos, incluido primordialmente nuestro derecho fundamental
a la vida. Trato que sólo es posible entre seres racionales. Aquellos que
desprecian la vida humana, como es el caso de los asesinos y los
terroristas, e inician el uso de la fuerza contra otros con la intención de
causarles la muerte, deben estar dispuestos a pagar un castigo proporcional
al crimen que pretenden cometer. Es lo justo, más allá de si es un disuasivo o
no.
Es poco probable, por no decir imposible, que algún día
lleguen a abolir plenamente la pena de muerte. Lo único que podemos decidir es
si ésta se aplica justamente dentro del marco de un Estado de Derecho, donde se
respeten los procesos objetivos que nos permitan conocer la verdad y comprobar,
sin duda razonable, la culpabilidad del acusado; o su aplicación dentro del
irracional, emocional y subjetivo contexto de los linchamientos, lo cual se
presta, en la mayoría de los casos, a cometer injusticias y convertir a las
personas que participan en éstos en homicidas. Sé que la desesperación de
muchos ante la inseguridad que reina reclama justicia, pero esta no se va a alcanzar
si no es dentro de un marco de normas legítimas y legalmente sancionadas.
Artículo publicado en el diario guatemalteco “Siglo
Veintiuno”, el lunes 7 de agosto de 2017.
Etiquetas: castigo, CIDH, justicia, linchamientos, moral, Pena de muerte
1 Comments:
Pero eso es producto de la desesperación. Toman la justicia. Ya que en Guatemala no la hay. Cuantos inocentes, trabajadores, mueren a diario. MY. En buses, en sus negocios, cuantos mandan a matar por venganza, ojalá se aplicará la pena de muerte. Que los derechos humanos pensaran un poco en el pueblo. Todos están expuestos. Con tanta lacra suelta. El Ministerio de Gobernación no brinda el financiamiento adecuado a la policia para proteger al ciudadano Y todavía se les escapan de las correccionales. Triste triste triste......
By Unknown, at 9:37 a.m.
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