Todos los cambios políticos que se están dando en Guatemala son el
resultado de la presión de quienes deciden cuál debe ser el orden social en
nuestro país: los mandantes. Tales mandantes somos usted, yo y todo aquel que
alzó su voz al asistir a las manifestaciones pacíficas y espontáneas, siendo
responsables de la única manera posible: individualmente. Todos aquellos que de
manera voluntaria y sin miedo, empoderados e indignados, mostramos nuestro
rechazo al status quo, a la corrupción y a la violación de nuestros derechos
individuales.
Los crímenes y delitos mencionados en el párrafo anterior fueron cometidos,
irónicamente, bajo la dirección de nuestros mandatarios, los cuales olvidaron
el mandato que les dimos: velar por el respeto a la vida, la libertad y la
propiedad de todo aquel que respeta a los otros y exige respeto. Un mandato que
incluye a la justicia: aquellos en quienes hemos delegado temporalmente el
monopolio legal del uso de la fuerza (el poder) deben asegurarse de que el
antisocial que violente los derechos de alguien más pague las consecuencias de
sus acciones y compense a sus víctimas.
Hoy, la posición de los peores delincuentes y criminales en nuestro país la
ocupan los gobernantes, sus socios en
los actos de corrupción y los líderes de los grupos de presión (incluyo a los politiqueros que quieren llegar al
ejercicio del poder) que durante años han vivido cómodamente a costa nuestra y
gracias al sistema de incentivos perversos que prevalece en Guatemala desde
hace setenta años. Es irrelevante que la Constitución actual haya cumplido recientemente
tres décadas de estar vigente, al fin, esta y sus antecesoras lo que hicieron
fue copiar, con modificaciones en general superficiales, el Estado
Benefactor/Mercantilista que nos heredaron los constituyentes de 1945.
Los mandantes debemos estar atentos y no dejarnos manipular por nadie ya
que “en río revuelto ganancia de pepenadores”, como prefiero parafrasear este
popular refrán. Un puñado de líderes de los grupos de presión señalados antes,
que tienen cualquier cantidad de tiempo de estar promoviendo más de lo mismo (estatismo, colectivismo
e intervencionismo), muchos de ellos responsables del caos presente, pretenden hacer
creer ¿a quiénes? que son la voz del abstracto pueblo. Falso: no representa a nadie más que a ellos mismos. Una
mentira descarada propia de cualquier farsante que quiere alzarse con el premio gordo (el gobierno) sin ni siquiera haber participado en una
elección. Total, tontos no son: saben que sus probabilidades de ganar en las
urnas son ínfimas.
Los ciudadanos conscientes, que ya estamos hartos de los shows y las
mentiras, debemos seguir presionando a quienes ostentan por el momento el poder
para que los corruptos gobernantes y sus socios criminales, renuncien a sus
puestos y las autoridades a cargo de velar por la justicia inicien los
respectivos procesos judiciales que TODOS deben enfrentar. Otto Pérez Molina,
renuncie.
Artículo
publicado en el diario guatemalteco
“Siglo Veintiuno”, el lunes 1 de junio de 2015. La imagen es del caricaturista de Prensa Libre, Fo.Etiquetas: grupos de presión, mandantes, manifestaciones, Otto Pérez Molina
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