Principios / Marta Yolanda Díaz-Durán A.

6.01.2015

La victoria del mandante



Todos los cambios políticos que se están dando en Guatemala son el resultado de la presión de quienes deciden cuál debe ser el orden social en nuestro país: los mandantes. Tales mandantes somos usted, yo y todo aquel que alzó su voz al asistir a las manifestaciones pacíficas y espontáneas, siendo responsables de la única manera posible: individualmente. Todos aquellos que de manera voluntaria y sin miedo, empoderados e indignados, mostramos nuestro rechazo al status quo, a la corrupción y a la violación de nuestros derechos individuales.

Los crímenes y delitos mencionados en el párrafo anterior fueron cometidos, irónicamente, bajo la dirección de nuestros mandatarios, los cuales olvidaron el mandato que les dimos: velar por el respeto a la vida, la libertad y la propiedad de todo aquel que respeta a los otros y exige respeto. Un mandato que incluye a la justicia: aquellos en quienes hemos delegado temporalmente el monopolio legal del uso de la fuerza (el poder) deben asegurarse de que el antisocial que violente los derechos de alguien más pague las consecuencias de sus acciones y compense a sus víctimas.

Hoy, la posición de los peores delincuentes y criminales en nuestro país la ocupan los gobernantes, sus socios en los actos de corrupción y los líderes de los grupos de presión (incluyo a los politiqueros que quieren llegar al ejercicio del poder) que durante años han vivido cómodamente a costa nuestra y gracias al sistema de incentivos perversos que prevalece en Guatemala desde hace setenta años. Es irrelevante que la Constitución actual haya cumplido recientemente tres décadas de estar vigente, al fin, esta y sus antecesoras lo que hicieron fue copiar, con modificaciones en general superficiales, el Estado Benefactor/Mercantilista que nos heredaron los constituyentes de 1945.

Los mandantes debemos estar atentos y no dejarnos manipular por nadie ya que “en río revuelto ganancia de pepenadores”, como prefiero parafrasear este popular refrán. Un puñado de líderes de los grupos de presión señalados antes, que tienen cualquier cantidad de tiempo de estar promoviendo más de lo mismo (estatismo, colectivismo e intervencionismo), muchos de ellos responsables del caos presente, pretenden hacer creer ¿a quiénes? que son la voz del abstracto pueblo. Falso: no representa a nadie más que a ellos mismos. Una mentira descarada propia de cualquier farsante que quiere alzarse con el premio gordo (el gobierno) sin ni siquiera haber participado en una elección. Total, tontos no son: saben que sus probabilidades de ganar en las urnas son ínfimas.

Los ciudadanos conscientes, que ya estamos hartos de los shows y las mentiras, debemos seguir presionando a quienes ostentan por el momento el poder para que los corruptos gobernantes y sus socios criminales, renuncien a sus puestos y las autoridades a cargo de velar por la justicia inicien los respectivos procesos judiciales que TODOS deben enfrentar. Otto Pérez Molina, renuncie.


Artículo publicado en el diario guatemalteco “Siglo Veintiuno”, el lunes 1 de junio de 2015. La imagen es del caricaturista de Prensa Libre, Fo.

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