El apellido
El acompañante inseparable de nuestro nombre propio: el nombre de la familia a la cual pertenecemos. Lo heredamos de nuestros ancestros y lo legamos a nuestros descendientes. Algunos de ellos nos hacen sentirnos honrados y orgullosos de portar el mismo apellido. Otros, quisiéramos que fueran parientes de cualquiera menos de nosotros. Pero, en fin, es un hecho innegable que no escogemos a aquellos con los que nos unen lazos de sangre. Eso sí, tenemos la dicha de elegir a nuestras amistades, quienes en la mayoría de los casos llegan a ser más cercanos a nosotros que aquellos con quienes no tenemos relación, ninguna relación, más allá del apellido. Personas con quienes no compartimos valores.
La anterior reflexión la hago para dejar de una vez en claro y por escrito que, fuera de compartir uno de mis apellidos con el anunciado candidato vicepresidencial de la UNE, Roberto Díaz-Durán Quezada, no tengo ningún otro vínculo. Además de que descendemos de ramas diferentes (yo de la rama de Joaquín Díaz-Durán y Durán y él de la rama de José Carlos Díaz-Durán y Durán) también somos frutos distintos. Aunque pienso que pertenecer a ramas diferentes no nos hace frutos diferentes. Nos diferencian nuestras elecciones.
Para enfatizar el punto, a continuación comparto con ustedes una conversación que sostuve con un amigo virtual en mi muro en Facebook:
“– RO: Marta Yolanda, hola. Te quería preguntar si ya hablaste del vice de Sandra. ¿Es tu pariente? – MY: No he hablado del tema. Sí, es tío lejano mío ya que su papá era primo en segundo grado consanguíneo de mi abuelo. No lo he hecho porque no considero relevante hablar de él solo porque compartimos apellidos. Pienso que son obvias las diferencias en nuestras escalas de valores. – RO: Sí, pero me imagino que no seré el único con la duda. ¡Qué mal por él!
– MY: Qué mal que haya quienes piensen que tengo que opinar de otros solo porque compartimos apellidos. Y lo digo sin ánimo de generar una polémica. Pienso que tenemos que aprender que cada individuo es responsable de sus acciones. Y que las decisiones de tus amigos o familiares son de ellos. Solo las tuyas son las que, si lo deseas, vas a divulgar y comentar [además de asumir las consecuencias de éstas]. Eso sí, si llega a ocupar un cargo público y violenta los derechos de los habitantes de Guatemala, pueden tener la seguridad que seré de las más críticas y combativas. [Lo afirmo] con toda la seguridad de que sé quién yo soy”.
Yo, que no necesito ocupar un puesto público por ningún motivo. Yo, que no ambiciono llegar al ejercicio del poder. Yo, cuyo mayor anhelo es seguir siendo quien es, cada vez mejor. Repito: compartir apellido no implica compartir valores. Yo, Marta Yolanda Díaz-Durán Alvarado, sé quien soy y vivo a partir de mi propia escala de valores: la que yo he elegido. Soy coherente y busco ser íntegra. Solo soy responsable de mis actos y asumo las consecuencias de los mismos.
Artículo publicado en el diario guatemalteco “Siglo Veintiuno”, el lunes 9 de mayo de 2011. La imagen es “del abuelo de mi abuelo, Coronel Joaquín Díaz-Durán y Durán, hijo de José María y Ana Josefa. Fue cónsul de Guatemala en San Francisco durante el gobierno de Reyna Barrios y estuvo auto-exilado en Nueva York durante el de Justo Rufino Barrios. Este retrato a carbón fue hecho en Nueva York” tal y como escribe mi hermano Constantino en Facebook.
Etiquetas: Constantino Díaz-Durán, elecciones 2011, Facebook, familia, individualismo, Joaquín Díaz-Durán y Durán, Marta Yolanda Díaz-Durán A., responsabilidad, Roberto Díaz-Durán Quezada
1 Comments:
hey
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。S O N R Í E 。
★。/|\。★
By Zade, at 1:31 p.m.
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