Principios / Marta Yolanda Díaz-Durán A.

11.15.2010

El Cicigdio



Sería el título ideal para la novela que relata la estadía de un grupo de burócratas de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) en Guatemala. La historia comienza con el capítulo bautizado como “La campaña de desprestigio” ¿O las verdades interinas? Por cierto, interinas hasta que la verdad verdadera aparece.


Por supuesto, como buenos émulos de Hugo Chávez y todos aquellos que actúan impunemente, pisoteando y destruyendo los cimientos de la civilización occidental, aunque esto último sea redundante, pronto anunciarán el intento de acabar con la vida del ente bautizado como “Comisión Internacional contra la Impunidad en Guatemala” (CICIG), cuyos miembros, irónicamente, actúan impunemente: sin asumir la responsabilidad de sus acciones y de sus fracasos. ¡Oh! Y ahora, ¿quién podrá defenderlos? Aclaro: defender a los salvadores de los inútiles guatemaltecos.


O, también podría ser el primer capítulo del segundo tomo del libro de Eric Frattini “ONU: Historia de la Corrupción” (2005), que reúne parte de la investigación que hizo el citado escritor y periodista, sobre algunos de tantos abusos y excesos, secretos bien guardados, de los supuestamente impolutos miembros de la organización supraestatal más poderosa que existe. ¿Serán tan descarados, o nos creerán retrasados mentales, como para acusar a Frattini de ser parte de la intriga? No es necesaria una campaña para desprestigiarlos: ellos se desprestigian solos. Un autocicigdio.


En fin, tal y como escribió Frattini en la introducción del libro mencionado, y luego a lo largo del mismo lo evidencia, “...la ONU ha sido desde su creación…, un auténtico foco de conflictos. A pesar de ser creada en 1945 como una Organización transnacional capaz de arbitrar cualquier conflicto que surgiese tras el fin de la Segunda Guerra Mundial, con el paso de los años, aquel sueño romántico se ha convertido en una pesadilla real, mastodóntica y cara, extremadamente cara”. ¡Vaya si no lo sabemos nosotros!


Aprovecho a retar públicamente a Mainardo Benardelli, Embajador de Italia, a cualquier miembro del privilegiado cuerpo diplomático, y a Ana María de Klein, si es que pretende apoyar las teorías de la conspiración mencionadas con sus declaraciones al diario “elPeriódico”, publicadas el pasado viernes, de que “Hay columnistas que siempre han escrito de lo que está haciendo la CICIG…”, a que nombren a quiénes acusan de ser parte de una campaña de desprestigio contra la CICIG y con qué pruebas. Los invito a que lleguen a mi programa radial, “Todo a Pulmón”, y las presenten.


No todos los habitantes de Guatemala somos alfombras de la comunidad internacional y la burocracia supraestatal. Somos ciudadanos dignos que los enfrentamos y cuestionamos, porque priorizamos el largo plazo y sabemos que, para cambiar las condiciones de vida en Guatemala, necesitamos fortalecer el Estado de Derecho, incluidos dos de sus pilares fundamentales: el derecho al debido proceso y la presunción de inocencia.


Artículo publicado en el diario guatemalteco “Siglo Veintiuno”, el lunes 15 de noviembre de 2010. La imagen la bajé del blog “Un revolucionario ocioso”.

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