Principios / Marta Yolanda Díaz-Durán A.

11.02.2010

Chico tractor


Sin importarme que de nuevo me incluyan en la lista de desestabilizadores, complotistas y creadores de supuestas campañas negras (acusaciones que luego, por razones obvias – falta de evidencia -, no pueden demostrar) en contra de la Comisión Internacional Contra la Impunidad en Guatemala (CICIG), sus dirigentes o cualquier otro funcionario de gobierno, en extremo sensible y temeroso de la verdad, voy a enfrentar a cualquier vehículo pesado que me echen encima y voy a comentar las recientes declaraciones del titular de la comisión citada. Al fin, como lo he dicho hasta el cansancio, para mí la opinión más importante sobre mi persona es la propia. Motivo por el cual no puedo dejar pasar semejante descaro.

El actual comisionado de la mencionada entidad de la Organización de las Naciones Unidas, Francisco Dall’Anese, reconoció el pasado martes 26 de octubre en Panamá que “en la CICIG somos como un tractor y nos pasamos llevando a quien se nos ponga enfrente”. Incluidas, como es evidente, las instituciones fundamentales de un sistema real de Justicia: el debido proceso y la presunción de inocencia. O lo que de éstas quedaba en Guatemala. Y, sobre todo, arremeten e intimidan a aquel que les sirva de chivo expiatorio para resolver sus casos, siempre con el apoyo complaciente de conocidos criminales de la peor calaña, llamados hoy colaboradores eficaces.

Me queda claro sobre quienes pasan encima. Sin embargo, según la Wikipedia, un tractor (del latín trahere «tirar») “es un vehículo especial autopropulsado que se usa para arrastrar o empujar remolques, aperos u otra maquinaria o cargas pesadas”. Me pregunto, ¿a quienes acarrean? ¿A los gobernantes corruptos a los cuales exoneran de serias acusaciones como las que hizo Rodrigo Rosenberg? Recalco: a los saqueadores que se encuentran en el ejercicio del poder, no a quienes ya lo entregaron.

En una entrevista reciente que le hizo Juan D. Oquendo al conocido entrevistador José Luis Perdomo O., este último contó que Ryszard Kapuscinski dijo: “No me interesa en absoluto entrevistar a los políticos. No dicen la verdad. Siempre repiten las mismas cosas. Me aburren sus discursos precocidos”. Y parece ser que no sólo los políticos, sino también los burócratas al servicio de ellos. Fuera de nuestro país, Dall’Anese se parece tanto al, en sus palabras, brillante Carlos Castresana, a quien le queda como anillo al dedo, parafraseado, el refrán que dice: “Fanfarrón y figura hasta la sepultura”.

Total, es más posible que la próxima legalización en California de la producción, comercialización y consumo de marihuana para todo adulto mayor de 21 años (si es aprobada la Propuesta 19 en las elecciones estadounidenses del 2 de noviembre), contribuya a reducir los crímenes relacionados con la guerra perdida de las drogas, que cualquier ente burocrático, nacional o internacional, que termina acomodándose al sistema imperante de incentivos perversos del cual son parte.



Artículo publicado en el diario guatemalteco “Siglo Veintiuno”, el lunes 1 de noviembre de 2010. La imagen la bajé de Internet.

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