Principios / Marta Yolanda Díaz-Durán A.

2.13.2007

Rebelde con causa




Albert Camus, en “El hombre rebelde” afirmó que: “El humanitarismo va acompañado del odio al mundo. Se ama a la humanidad en general para no tener que amar a lo seres en particular”. Impresionante. Impactante. Certero.

Más allá del pesimismo o del cuestionamiento a la existencia humana, es importante decantar y dejar respirar, como a un buen vino tinto, el pensamiento de personajes como Camus para disfrutar de su escritura, hurgar en sus reflexiones y entender sus paradojas. Estas últimas, una muestra más, precisamente, de su humanidad falible como la de todos.

¿Es la existencia un absurdo, una casualidad, un accidente más? No sé. Tampoco pongo mucho empeño en intentar responder una pregunta propia del ámbito subjetivo que nos lleva a nuestra misma existencia: esa que es única e irrepetible. No obstante, es imprescindible reconocer que nuestros actos sí causan eventos: resultados imprevistos en nuestra vida y, dependiendo de nuestro circulo de influencia, en la vida de otros.

La vida, por cierto, se acerca más a un claroscuro en constante evolución, que a un negro profundo o un blanco puro. Un arco iris de infinitas tonalidades. Ni tragedia ni comedia: tragicomedia. De cada uno de nosotros depende disfrutar y aprender de los matices de nuestra realidad. Y a cada uno de nosotros corresponde aceptar la responsabilidad que ese vivir implica.

En fin, sólo podemos ser justos por nuestros actos respetuosos de las elecciones, los bienes y la vida de los demás. Parte de mi definición de amar a seres concretos y no construcciones etéreas. Amor de todos los días, incluidos los martes 13. Aunque mañana sea 14 de febrero.

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