Principios / Marta Yolanda Díaz-Durán A.

9.18.2006

Las tortugas de Saddam

¿Vuelan las tortugas? Inquietante interrogante que, en una forma metafórica, sugiere esta perturbadora producción iraní/iraquí del año 2004, llamada “Lakposhtha hâm parvaz mikonand” y traducida como “Las tortugas también vuelan”. A la pregunta planteada al comienzo, por simple lógica, la mayoría respondería que las tortugas no vuelan. Sin embargo, recordando el tropo literario utilizado en varias ocasiones en el filme, para contestar primero debemos cuestionarnos, ¿por qué quieren volar?

Visto fríamente, el argumento trata sobre la vida de los habitantes de una aldea del Kurdistán iraquí, en la frontera entre Irán y Turquía, los cuales compran una antena parabólica para escuchar las noticias relacionadas con el inminente y esperado ataque estadounidense a Irak. No obstante, sin necesidad de un transmisor, un adolescente mutilado, que viene de otro pueblo con su hermana y un infante, tiene una premonición: la guerra está cada vez más cerca. Empero, a este relato no podemos aproximarnos desapasionadamente: nos entregamos a él.

El director y guionista kurdo/iraní, Bahman Ghobadi, elige como personajes a una caterva de huérfanos, muchos de ellos lisiados, víctimas de la dictadura de Saddam Hussein. El resultado es angustioso. Devastador: la existencia cotidiana de criaturas que podrían estar estudiando y soñando con el mañana en vez de dedicar su día a buscar minas terrestres para venderlas, y así procurarse el dinero indispensable para su manutención. Pero, lo más impactante, es su respuesta ante las circunstancias adversas: dentro de la miseria en que viven, se apoyan, cooperan e intentan salir adelante. No renuncian a la risa, al juego y a la búsqueda de la felicidad. O al menos, casi todos. ¿Para quién el futuro ya no tiene valor?

Ghobadi construye un trama que parte del aprecio que el líder del grupo, apodado Satélite, siente por sus compañeros, y en especial por Agrin, una niña que esconde un secreto fatal. Ella, Hangao (su hermano que perdió ambos brazos) y Rega (el pequeño ciego que apenas habla), son los protagonistas de esta película dolorosa, cruda, que conmueve y demanda un público comprometido que resista el drama que narra. Ninguna otra cinta, hasta hoy, me ha sensibilizado tanto como esta poética ficción ¿o realidad? de las tortugas voladoras. Los papeles principales estuvieron a cargo de Avaz Latif (Agrin), Soran Ebrahim (Kak, Satélite), Hiresh Feysal Rahman (Hangao) y Abdol Rahman Karim (Rega).

Si esta tragedia no nos invita a reflexionar sobre las consecuencias de la ambición de poder de uno o unos pocos, y el ejercicio totalitario que del mismo hacen para mantenerlo, nos quedan escasas posibilidades para reconocer la verdad detrás de los muros y las cortinas alzadas por los déspotas.

Vuele, como las tortugas del cuento. Sin duda, se contagia la esperanza de seres capaces de levantar la vista y mirar hacia el frente a pesar del fuego cruzado.


Artículo publicado en el diario guatemalteco “Siglo Veintiuno” el lunes 18 de septiembre de 2006. Originalmente fue escrito para publicarse en la Revista Orbe.