Por segundo año consecutivo, por decreto del Legislativo, me corresponde
publicar el día en el cual se recuerda
una revolución olvidada que fue
truncada por la ambición de poder de alguien, mal llamado Justo, que no entendió lo que representa en la vida en sociedad de
una persona, y en la prosperidad de nuestra especie, el respeto a los derechos
individuales, comenzando por la misma libertad que da su nombre al sistema
político que añoraban unos pocos idealistas, allá por 1871, para Guatemala. Ese
ideario que promulgaban se conoce desde principios del siglo diecinueve como
Liberalismo.
El 30 de junio es una fecha importante: es el día en el que llegaron
triunfantes a la capital un grupo de soñadores cuyo objetivo era fundar una
República Liberal donde se pudiera vivir en libertad. Un día en el que
contradictoriamente se celebra al Ejército, una institución en la cual la norma
básica es obedecer órdenes. La animadversión de ciertos colectivos influyentes en contra del Ejército, ha logrado que un
evento clave en nuestra historia, pase a ser considerado un tiempo cualquiera de
ocio.
Para mí este día tiene un significado personal, ya que valoro el honroso
legado que dejó mi tatarabuelo, a quien admiro profundamente. Joaquín
Díaz-Durán y Durán, quien a sus 25 años se unió a la revolución liberal
liderada por Miguel García Granados, que entró a la Ciudad de Guatemala, junto
con su ejército improvisado, el 30 de junio de 1871, después de levantar el Acta
de Patzicía el 3 de junio del mismo año, en la cual aparece como uno de los
firmantes mi ilustre antepasado.
Casualmente, hace poco encontré un texto que desde hace varios años quiero
leer, “Crónicas de la campaña revolucionaria de 1871”, escrito por Joaquín
Díaz-Durán y por Gregorio Contreras. Es curioso que la copia que hoy me
pertenece forma parte del lote de 4000 ejemplares que fueron encargados en 1971
por el Presidente del Comité Central Profestejos del Centenario de la
Revolución, el Ministro de Educación de aquella época y actual vicepresidente
de Guatemala, Alejandro Maldonado Aguirre. Hoy que tenemos una nueva
oportunidad para hacer realidad el sueño y cambiar radicalmente nuestro sistema
político de incentivos perversos, injusto e inmoral.
Termino compartiendo parte del sueño de aquellos liberales, en palabras de
Joaquín Díaz-Durán publicadas en el diario “El Progreso” en junio de 1895: “He
ahí, pero imparcialmente bosquejada, la biografía de aquella legión de
patriotas, que al calor de una idea, luchando contra fuerzas numéricamente
superiores, arrostrando una vida de privaciones, peripecias y peligros, después
de dos meses de combates, llegó victoriosa a la capital como el heraldo de una
reforma social, política y económica de trascendencia decisiva, a demoler de
una vez el formidable edificio de preocupadas y caducas instituciones; a
iniciar a los pueblos en la vida del progreso, a descentralizar el poder de
manos de una minoría privilegiada y a elevar las mayorías a la dignidad de la
inteligencia y al proletariado al rango del capitalista”.
Artículo publicado en el diario guatemalteco “Siglo Veintiuno”, el
lunes 29 de junio de 2015.
Etiquetas: Abu Bakr al-Baghdadi, derechos individuales, Joaquín Díaz-Durán y Durán, Justo Rufino Barrios, Miguel García Granados, Revolución Liberal de 1871
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