Es lamentable que ciertos grupos de presión continúen enfrascados en una
guerra del siglo pasado, sin darse cuenta del daño que se hacen, y nos hacen al
resto, en este punto de inflexión en nuestra historia nacional. Están más obsesionados
en qué están haciendo los otros que
en buscar soluciones racionales y objetivas que nos permitan cambiar lo que
debemos de cambiar si es que queremos tener la oportunidad de progresar y
convivir en paz en Guatemala.
Pierden su tiempo en difundir teorías
de la conspiración que lo único que logran es confundir y desmotivar a muchos
de los ciudadanos que despertaron y salieron a defender sus derechos, después
de que hasta hace pocas semanas habían permanecido ajenos al deterioro
constante de las condiciones de vida de la mayoría y al fracaso de nuestro
sistema político vigente. Con su contradictoria actitud debilitan la moral de varios
de los que han salido a manifestar su descontento, manifestaciones con las que
hemos logrado, entre otras cosas, la renuncia de la corrupta de Roxana Baldetti
a la vicepresidencia de nuestro país.
Con lo anterior no quiero decir que no haya oportunistas y saqueadores que crean que en este momento tienen la posibilidad de convertirse en Presidentes o Jefes de Estado sin ni siquiera pasar por el proceso de elecciones.
Pero del querer al poder hay un gran trecho, el que es improbable
que logren superar: sus ambiciones, además de ilegales, son irreales. Es tal el
temor que los domina y los ciega que prefieren apoyar al inmoral de Otto Pérez
Molina para que termine su mandato y se refugie en el Parlacen, antes de
trabajar por lo justo: presionar a Todd Robinson (y por tanto a Iván Velásquez)
para que el gobierno de EE. UU. deje de proteger a Pérez Molina. Es lo correcto
y lo necesario para que de alguna manera se calme la tensa situación en la cual
vivimos hoy y al menos se normalicen los servicios básicos que presta la ineficiente burocracia estatal.
Como he enfatizado en muchas ocasiones, el caos reinante en el cual
vivimos, los corruptos que llegan al ejercicio del poder y la creciente
emigración son el resultado del sistema político de incentivos perversos que
prevalece desde hace décadas. Mientras no cambiemos de raíz ese sistema
estatista, colectivista e intervencionista, injusto e inmoral, la situación va
a continuar empeorando. Por tanto, impulsar las reformas que nos permitan
solucionar el problema desde su origen, debe de ser la principal preocupación
de todos aquellos que elegimos a Guatemala para construir nuestro hogar.
Por eso es trascendental concentrarnos en el proceso de aclararnos las
ideas para tomar las decisiones correctas que nos permitan cambiar radicalmente
el sistema político actual. No debemos permitir, bajo ningún punto de vista,
que los mismos de siempre, con las recetas de siempre, se hagan cargo de las
reformas, ni que los corruptos se sigan saliendo con la suya. Esa debe ser
nuestra principal preocupación y ocupación, y no las calenturas de unos pocos.
Artículo
publicado en el diario guatemalteco
“Siglo Veintiuno”, el lunes 22 de junio de 2015.Etiquetas: CICIG, corrupción, EE. UU., estatismo, Guerra Fría, justicia, Otto Pérez Molina, Parlacen, Todd Robinson
1 Comments:
Felicitaciones "Sra Diaz" por esa mente lúcida y por decir las cosas claras.
Casi siempre veo dualidad en las propuestas gringas y que velan únicamente por lo que les interesa, aunque se den cuenta que perjudiquen a muchos.
Lo que no entiendo, es porque la OEA se puso a favor del sistema y de esa forma "contra el pueblo de Guatemala". Se me ocurre pensar:
- El peso que tienen los gringos en esa organización,
- No les interesa un comino lo que está pasando en Guate,
- Que este gobierno esté haciendo buen lobby a nivel de otros gobiernos (lo que deberían enseñarle al Inguat para que funcione con el turismo).
Sigo con interés sus escritos!
By Anónimo, at 10:47 p.m.
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