Principios / Marta Yolanda Díaz-Durán A.

1.21.2009

All I ask


Nota: este artículo fue publicado en el diario guatemalteco “Siglo Veintiuno”, el lunes 17 de noviembre de 2008.


Hoy, después de leer los diarios locales y visitar en la Internet los periódicos internacionales de mi predilección (incluyendo uno que otro blog), decidí, antes de sentarme a escribir, llevar a cabo uno de los rituales más importantes en mi vida: bañarme. La necesidad humana de muchos de ser comprendidos, me permite creer que más de uno de ustedes me va a entender.

A veces, ilusoriamente, creo que el agua que me recorre limpia las impurezas, las inquietudes y las tristezas que dejan en mi mente tantas insensateces, miserias e irracionalidades con las cuales me topo cuando decido asomarme al mundo. Hechos cuestionables, abusos condenables, interpretaciones falsas de la realidad que nos alejan de las verdades necesarias para la supervivencia del ser humano y el avance de nuestra civilización. Obstáculos en nuestra búsqueda individual de la felicidad. Sentir el agua es como despertar de una pesadilla. Espero ese momento tanto como el amanecer de cada día.

Soy más diurna que nocturna, aunque amo las noches y sus diferentes Lunas. Como la Luna que gocé el pasado miércoles 12 de noviembre cuando caminaba hacia mi vehículo después de disfrutar intensamente el recital de piano de Ilan Rogoff. Al avanzar tarareaba “Los pájaros perdidos” de Piazzolla, la melodía que más emoción me brindó esa recordada velada. Luna llena, corazón menguante. ¿Podré elevarme en dirección al farol satelital que alumbra mi andar y encontrarme con el frío perdido de esta época? ¿Podrán las bajas temperaturas que reinan en las alturas aliviar mi duelo por el tiempo perdido?

¿Será este líquido vicio consecuencia de que somos primordialmente agua? ¿Será un recuerdo ancestral contenido en mi ADN? La memoria histórica, que creía olvidada, de aquellos peces que existieron mucho antes de que el hombre de Cro-Magnon hiciera su aparición. ¿Será el eslabón perdido una sirena? Disquisiciones húmedas, bañadas a veces con lágrimas que esperan perderse entre tanta agua.

Si alguien me pidiera que describiera mi vivir a partir de un par de colores, escogería el azul y el rojo. Si acaso me limitaran a un color, me quedo con el azul y sus infinitas tonalidades. El azul mío, no el de Darío ni el de Yves Klein. ¿Será porque el agua cae del cielo azul? ¿O, por el contrario, viaja del mar azul al cielo?

Ningún rito es igual a los anteriores. Generalmente acompaño con música la ceremonia de ducharme. En varias ocasiones me obsesiono con una sola melodía, valga la redundancia. Una, como me siento frente al monitor. Sola, como me encuentro en mi interior. Es la enésima vez que escucho, en su versión instrumental, All Is ask of you, el tema romántico de “El fantasma de la Ópera”, el celebrado musical de Andrew Lloyd Webber, originado en la novela de Gastón Leroux, a su vez inspirada en el relato de Trilby, obra de George du Maurier. En fin, todo lo que pido en estos instantes es paz. Total, como canta Jane Monheit, I´m through with love.

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