Principios / Marta Yolanda Díaz-Durán A.

7.30.2007

Botellita de jerez


Sí, sí, sí, sí, sí, sí, sí… ¿CIGIG? ¡No!

La Comisión Internacional Contra la Impunidad en Guatemala (CICIG), es una CICIACS de bolsillo, en su versión económica y en papel periódico, pero siempre con el mismo contenido violatorio de las normas constitucionales de nuestro país. Y no caigan en la trampa de creer el cuento de que ya tiene el visto bueno de la Corte de Constitucionalidad. El mentado dictamen, para quienes nos hemos tomado el tiempo de leerlo, nos hace evocar los diálogos enredados, contradictorios y oscuros de Cantinflas, pero sin la genialidad del versátil actor mexicano. Un gallo-gallina, hermafrodita, que pretende quedar bien con Dios y el diablo al mismo tiempo, sin comprometerse con nadie.

¿Me convierten en cofrade del crimen organizado las anteriores aseveraciones que denotan una clara oposición a la nueva invención de algunos burócratas nacionales y de la ONU? No. A lo sumo, y gracias a Julio César de León Barbero, seré miembro del Cartel de Jardiel. Pero, por supuesto, me refiero a Enrique Jardiel Porcela, incomprendido y controversial escritor y dramaturgo español del siglo pasado.

Y a quienes usan semejante silogismo para atacar a aquellos que hemos razonado nuestra oposición a la Comisión citada, no tengo ningún empacho en responderles que son unos frívolos, mentirosos, y manipuladores. Vacíos como sus argumentos.

Por cierto, ¿será verdad que el crimen organizado promueve una campaña en contra de Álvaro Colom? ¿O será que ese es el nuevo apodo de los partidos políticos? Porque, sin duda, en estos centros sí hay delincuentes organizados. Y esta no es campaña negra, ni blanca, ni multicolor, no vaya a ser que me acusen de esconder el tesoro de la mafia para¿lela? a la sombra del final del arco iris.

La discusión sobre la CICIG se ha convertido en una polémica de políticos, oenegeros interesados en los negocitos esperados de su entrada en vigencia, y algunos supuestos líderes de opinión. Pero el resto, ¿qué opina?

De los presidenciables el único que tuvo la valentía de reconocer que no apoya la citada Comisión fue Eduardo Suger, animándose a enfrentar al grupo de periodistas que presionan a base de periodicazos la aprobación de la legislación promovida por Frank La Rue y Eduardo Stein. El único editorial equilibrado y objetivo sobre el tema que he leído en los días recientes, es el publicado por Siglo Veintiuno el pasado martes 24 de julio.

Reitero mi no ciudadano a la CICIG y a su hermana la carabina de Ambrosio, ambas leyendas de la misma especie: de las hierbas que no sirven para nada, más que para crear burocracia y repartir ricas e inútiles consultorías entre gente que no encuentra otra forma de invertir el escaso tiempo que nos da la vida.

Total, a mí que dicten la misa en latín, en jerigonza o en esperanto, no me da ni espanto. Quien nada debe, nada teme. En fin, como decimos en buen chapín: botellita de jerez, todo lo que digan será al revés.


Artículo publicado en el diario guatemalteco “Siglo Veintiuno”, el lunes 30 de julio de 2007.

Etiquetas: