Principios / Marta Yolanda Díaz-Durán A.

2.10.2014

¿Secreto o proceso?



Un fantasma recorre Europa… y América… y Asia… y África… y Oceanía… y... Es el fantasma del estatismo. Un fantasma de carne y hueso que no solo espanta: actúa para extender sus tentáculos a las profundidades más íntimas de las cuentas bancarias de la gente productiva, creadora de riqueza, para apropiarse de lo que no es suyo: de aquello que NO le pertenece porque no se lo ha ganado. Pertenece a otros, al igual que todo lo que ha gastado hasta hoy: todo se lo ha apropiado. Cada día que pasa son menos los lugares donde se puede invertir con tranquilidad y seguridad. Lugares en los cuales se respeten los derechos individuales.

Parte clave de la estrategia de los burócratas que representan a ese fantasmal estatismo son los tratados que suscriben los gobernantes para intercambiar información sobre los nacidos en sus países que hayan decidido emigrar. El objetivo vil de estas acciones emprendidas por las sanguijuelas que están al frente de los Estados es perseguir a sus nativos - una simple cuestión del azar - hasta los confines de la Tierra, para chuparles todo lo que puedan. Por eso, muchos han optado por renunciar a su ciudadanía original y adquirir una nueva. Prefieren abandonar, con toda razón, su país de nacimiento antes de continuar siendo esclavizados por sus gobernantes y todos aquellos miembros de los grupos de presión que surgen dentro del parasitario Estado Benefactor/Mercantilista.

Los mencionados testaferros del Estado, acostumbrados a mentir descaradamente, pretenden hacernos creer que existen barreras a la expoliación, la cual, por cierto, solo favorece a los parasitarios saqueadores y no a quienes utilizan de excusa para el saqueo: a los pobres. Una de las mentiras más usadas es la del supuesto secreto bancario. Al menos en el caso de Guatemala, lo que existe en un debido proceso que deben de seguir los terroristas fiscales de la SAT para conocer sobre el manejo de las cuentas personales y/o empresariales de cualquiera. El objetivo de esta protección es precisamente limitar el ejercicio discrecional y arbitrario de los gobernantes y los burócratas que trabajan a su servicio.

Como bien explicó Ayn Rand: “El derecho a la vida es el origen de todos los derechos, y el derecho a la propiedad es la única manera de implementarlo. Sin el derecho a la propiedad ningún otro derecho es posible. Dado que un hombre debe sustentar su vida por su PROPIO esfuerzo, el hombre que no tiene derecho al producto de su esfuerzo no posee los medios para sustentar su vida. El hombre que produce mientras otros disponen del producto de su esfuerzo es un esclavo… el derecho a la propiedad es un derecho a la acción, como todos los demás: no es el derecho a un objeto sino a la acción y a las consecuencias de producir o ganar ese objeto…Es el derecho a ganar, conservar, usar y disponer de los valores materiales”.

Defiendo mis derechos participando en la más importante de las batallas de nuestra especie: la batalla de las ideas. ¿Usted?


Artículo publicado en el diario guatemalteco “Siglo Veintiuno”, el lunes 10 de febrero de 2014.

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