No son los sobrinos del Pato
Donald. Tampoco son la nueva versión de “Los Tres Chiflados”. Los dos tríos
anteriores nos hacen reír, mientras que la trinca que da nombre a mi artículo,
en el mejor de los casos nos indigna y en el peor nos atemoriza. Otto, Luis y César fueron los
principales protagonistas de las historias de terror que entretuvieron a los
guatemaltecos la semana pasada.
El primero hasta ostenta el cargo de Presidente de la seudorepública en la cual se ha
convertido Guatemala. Una democracia en la cual la mayoría de votantes apoya a
los gobernantes que ofrecen violentar los derechos de la minoría. La ironía de
este cuento es que al final también pierde esa mayoría que se deja engañar con las fantasías que les venden por
medio del Estado Benefactor/Mercantilista: un sistema populista, como lo son
todos aquellos, izquierdistas o
derechistas, que lo impulsan usando el discurso de ayudar a los más pobres
para conmover a los ingenuos. Siendo
ellos, los politiqueros, los únicos que pasan a mejor vida al llegar al ejercicio del poder. Y poco les importa
que la gente los deje de apreciar
rápidamente.
Tal es la situación de Otto Pérez Molina, que con año y
medio de gobierno lo único que ha logrado
es el desprecio y el descontento de más del 60 por ciento de la población. ¿Y
cómo lo celebró el mandatario? Viajando a México a inaugurar junto con Enrique
Peña Nieto, Presidente de nuestros vecinos del norte, otro programa más contra el hambre, mientras que en
nuestro país se pudren en las bodegas de INDECA cualquier cantidad de alimentos
destinados a los hambrientos de este lado de la frontera.
El segundo, Mario Luis Paz Mejía, colaborador eficaz de la “Comisión Internacional Contra la Impunidad
en Guatemala”, y uno de los principales testigos en los casos Rosenberg/Musa/Valdés
Paiz, reconoció que mintió a petición de los fiscales Rubén Herrera (Ministerio
Público) y Luis Orozco (CICIG), quienes le hicieron “ofrecimientos de todo tipo”
para que rindiera un testimonio falso. Una denuncia más que descubre la
realidad sobre la CICIG y las enseñanzas de estos a los investigadores de
nuestra nación. ¿Qué va a pasar? ¿Quién va a investigar esta acusación? ¿Van a
pagar las consecuencias de sus acciones Herrera y Orozco? ¿Cumplían las órdenes
de alguien más?
El tercero, acusado de formar parte de un grupo de
criminales que obligaban a mujeres menores de edad a prostituirse, es ni más ni
menos que uno de los retoños del
cuestionado Presidente de la Cámara Penal. El magistrado de la Corte Suprema de
Justicia, César Barrientos Pellecer. Por supuesto, César junior debe pagar
por sus crímenes independientemente del papá. Pero, ¿qué podemos pensar del
padre, cuando sus hijos (no es el primero en problemas con la justicia) son
unos delincuentes? ¿Irá a utilizar su poder para exculpar a su vástago?
En fin, ¿qué pasa en Guatemala? ¿Quiénes son los
responsables? ¿Por qué? ¿Qué vamos a hacer para cambiar el estado caótico en el
cual vivimos?
Artículo publicado en el diario guatemalteco “Siglo
Veintiuno”, el lunes 22 de julio de 2013.
Etiquetas: César Barrientos Aguirre, César Barrientos Pellecer, CICIG, corrupción, Luis Orozco, Mario Luis Paz Mejía, Ministerio Público, Otto Pérez Molina, Rodrigo Rosenberg, Rubén Herrera, Valdés Paiz
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