Las bases de la sociedad son el respeto a los derechos individuales y la igualdad de todos ante la Ley
Así como usted, pertenezco a la especie humana. A menos que
mis artículos hayan trascendido nuestro sistema solar y hayan llegado a otros mundos
fuera de nuestra galaxia, usted y yo somos humanos. Pero diferentes, únicos e
irrepetibles. Con una sola oportunidad para vivir nuestra vida. Con un
propósito común: ser felices. Al reconocer nuestra individualidad, entendemos
que alcanzar ese fin supremo dependerá de las elecciones que cada uno de nosotros
haga. De gustos y escalas de valores propios.
La principal diferencia de nuestra especie con el resto de
seres vivos es el grado evolutivo que ha alcanzado nuestra capacidad de pensar.
Bien definió Aristóteles al hombre como el animal racional. Aunque usar nuestra
razón sigue siendo una elección. No todos deciden usar su “facultad para
identificar la realidad” la mayor parte del tiempo. Nuestra naturaleza es
volitiva. Somos criaturas con voluntad propia.
No nos definen el color de nuestra tez, ni nuestro aparato
reproductor, ni nuestra estatura. Tampoco nos definen el país donde nacimos, ni
la familia en la cual crecimos, ni la educación que recibimos. Todo lo anterior
nos puede influir, pero ninguna circunstancia en particular o el azar determinan
quiénes somos. Eso sólo lo decidimos cada uno de nosotros a partir de los
valores que libremente escogimos y cómo los priorizamos en nuestra escala
personal.
Por eso hay humanos que optan por los vegetales y desprecian las carnes. Hay
quienes disfrutan escuchando música clásica, otros van a preferir el jazz y
muchos se van a decantar por la música popular
que incluye una amplia variedad de géneros. Hay quienes creen en un dios,
aunque no sea el mismo. Hay quienes les es indiferente si existe o no algún
tipo de divinidad y hay otros que piensan que no existe. Creyentes, agnósticos
y ateos.
A la hora de escoger pareja, esa elección dependerá de qué características
valore en el otro aquel que elige. La mayoría opta por alguien del sexo
opuesto. Hay quienes se deciden por alguien de su mismo sexo. Hay personas para
las cuales es indiferente el sexo de su pareja: les interesan más otras
cualidades al elegir. Heterosexuales, homosexuales y bisexuales. Hay quienes
eligen no compartir su vida, románticamente hablando, con alguien más.
¿En qué afecta a unos las decisiones de otros que no
violentan sus derechos? ¿Por qué el sistema político debe privilegiar a un
grupo en detrimento de los derechos individuales de los demás? ¿A qué temen
aquellos que se oponen a la igualdad de todos ante la Ley? Leí en
objetivismo.org que “cuando la bota del gobierno está pisándote la cara, si es
la bota derecha o la izquierda es irrelevante”. La bota conservadora de derecha que pretende decirte cómo vivir
tu vida. O la bota socialista de izquierda
que pretende decidir sobre tus bienes. Ambas botas son intervencionistas, aunque en diferentes áreas. Cuán
acertado estuvo Benito Juárez al decir que “el respeto al derecho ajeno es la
paz”. ¿Qué hace falta para que todos lo entiendan?
Artículo publicado en el diario guatemalteco “Siglo
Veintiuno”, el lunes 1 de julio de 2013.Etiquetas: agnósticos, Aristóteles, ateos, Benito Juárez, bisexuales, creyentes, derechos individuales, Estado de Derecho, heterosexuales, homosexuales, igualdad ante la ley, matrimonio, objetivismo, razón, voluntad
2 Comments:
En cuanto a los gais, debe reconocerse su pleno derecho a su unión romántica o erótica, pero no deben violar los derechos de niños al imponerles, sin que ellos puedan decidir y mediante la adopción, la crianza dentro del credo homosexualista. Esto equivaldría a "lavado de cerebro". La sociedad respeta el derecho de los gais a unirse, pero que ellos respeten los derechos de los niños a que no se les imponga un credo homosexualista que está lejos de ser universal.
By Alejandro Berganza, at 7:36 a.m.
Por momento el ser humano sigue desconociendo la direccion (el punto de destino) hacia donde direccionar sus pasos. Tu has nombrado en tu articulo a los que apuestan que si (los religiosos) a los que apuestan que no (ateos) y a los que consideran inaccesible para el ser humano todo conocimiento de lo divino y de lo que trasciende o va más allá de lo experimentado.
Pues, el Dios es tangible para cada ser humano, igual de tangible como el agua es tangible para el pez (mas sobre la tema continuare un dia en mi blog: ego-objetivismo. Gracias por tu labor, Marta Yolanda Diaz-Duran
By adi iordache, at 5:02 p.m.
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