Es capaz de convencer a muchos de que la tierra es plana y
de vender arena en el desierto a los incautos que lo escuchen sin usar su razón.
Fue electo Presidente de Guatemala a principios del presente siglo. Cuatro años
le bastaron para acumular una enorme fortuna (de la cual ya despilfarró gran
parte) a costillas de los expoliados tributarios y los engañados ciudadanos que
lo eligieron. Hasta hoy se ha disfrazado de pollo,
pero la realidad es que Alfonso Portillo forma parte de la misma especie a la
que pertenece Jordan Belfort, quien estafó a poco más de 1500 personas que se
dejaron guiar por sus emociones en lugar de investigar si las acciones que éste
les ofrecía eran una buena inversión.
Ninguno de los dos son creadores de riqueza ni harían nunca
el esfuerzo que implica trabajar arduamente casi todos los días de nuestra vida
productiva, tomando riesgos y creando fuentes de empleo productivo para otros. Ambos
escogieron el camino más fácil: el del engaño. Ambos pasaron un breve tiempo en
prisión. Ambos negociaron con los fiscales de Nueva York para salir lo más
pronto posible de la cárcel. Ambos se burlaron del sistema de justicia y de sus
víctimas.
Aunque, para ser exacta, al menos a Belfort lo obligaron a
compensar a algunas de sus víctimas y devolverles parte de lo que les robo. En
el caso de Portillo, dudo que nosotros, los pagadores
de impuestos de Guatemala, vayamos a ver alguna vez parte de todo lo que
nos robó. ¿De qué nos sirve que entregue al gobierno de Estados Unidos 2.5
millones de dólares que son propiedad de los taiwaneses? De nada. Por cierto,
¿Qué pensarán hacer los burócratas gringos
con ese dinero que no les pertenece?
Como dato curioso, tanto Belfort como Portillo han vivido
una vida de excesos, se casaron dos veces y tienen dos hijos. Ambos nacieron en
familias de escasos recursos y ambos lograron muchos de sus objetivos gracias a
su carisma personal y la labia con la que encantaron a sus seguidores. Por lo
demás, pienso que Portillo tomó una mejor decisión dedicándose a la política y
no a actividades privadas como lo
hizo Belfort. Portillo no solo acumuló mucho más dinero que Belfort sino que,
además, cuando lo dejen en libertad le va a quedar mucho más de lo que robó que
a Belfort.
A Portillo y todos los pillos
politiqueros, los favorecen las ideas
intervencionistas y estatistas por el enorme poder que viene con éstas, el cual
les facilita alcanzar sus espurias metas. Por otro lado, el falaz discurso socialista
(contrario al hombre productivo y orgulloso de lo que ha logrado por su
esfuerzo, mente y riesgo personal, que defiende lo que es suyo de los parásitos
que quieren vivir a costa suya), perjudicó a Belfort que, sin ser empresario ni
creador de riqueza, sirvió de excelente excusa para aquellos que promueven
políticamente estrategias anticapitalistas. En fin, el sistema de Estado
Benefactor/mercantilista que impera en casi todo el mundo solo beneficia a los lobos que de este viven.
Entre más establecido se encuentre dicho Estado benefactor-mercantilista más animales de dicha especie existen; porque no se desarrollan de la noche a la mañana, incluso pueden iniciar siendo bien intencionados, pero se dan cuenta que pueden hacer funcionar el sistema a su favor y se van rodeando de achichincles y testaferros, incluso utilizan a su familia, se dan cuenta que pueden comprar y manipular, se embriagan con el poder.
ResponderBorrarTienen una gran habilidad para manipular las emociones de los demás, lo que ocasiona que hasta se puedan "reinventar" y luego aparecer con la cara lavada, como pecadores arrepentidos dando su testimonio, como "gurús"; a esto es a lo que hay que podenrle atención, porque al rato lo tenemos de vuelta, luego de escribir un libro y dando conferencias o de próximo candidato.
Buen artículo, interesantes todas las similitudes.