¿Por qué protesta? ¿El gobierno está violando alguno de sus
derechos? ¿Qué derecho le están violando? ¿El derecho a la vida, a la libertad
o a la propiedad? ¿Qué opciones tiene para defenderse? ¿Es justo usar la
violencia para responder a una agresión? ¿Es justo defenderse a uno mismo y lo
que es de uno? ¿Es justo iniciar el uso de la fuerza para apropiarse de los
bienes de otros, atentar contra la vida de alguien más o imponer su escala de
valores al resto? El fin de la protesta hace la diferencia. Y en el caso de las
rebeliones civiles versus las medidas de hecho de los grupos de presión, no es
la única. También son importantes su origen, el concepto y el contexto de
estas.
Una rebelión civil, como en el caso de Venezuela y de Ucrania,
no es lo mismo que las medidas de hecho promovidas por los grupos de presión
que se multiplican dentro de un Estado Benefactor/Mercantilista, como es el caso
de Guatemala. Más aún, parte de lo que motiva en el largo plazo una rebelión dentro
de una sociedad que pierde su condición de civilizada, es la exigencia de los líderes de estos rediles de que el gobierno, en nombre del abstracto Estado, viole los derechos de los demás para
satisfacer sus exigencias.
El principio de la no-agresión es la norma básica para
asegurar la coexistencia pacífica dentro de una sociedad. Solo se justifica el
uso de la fuerza para defenderse del ataque y/o abuso de otros. Y es esto lo
que sucede cuando aquellos que son expoliados se dan cuenta de que violan sus
derechos fundamentales, lo cual les representa un deterioro en su calidad de
vida y la de sus seres queridos. Aclaro: no debemos confundir necesidades con derechos.
El que los oportunistas hayan logrado que los burócratas legalicen la confusión
entre un derecho y una necesidad, no cambia la realidad.
No es lo mismo reclamar que se respeten nuestra vida, nuestra
libertad y nuestra propiedad, que extorsionar con medidas de hecho para que
alguien más se haga cargo de satisfacer nuestras necesidades y todo aquello que
deseamos pero no queremos hacer el esfuerzo por adquirirlo. El parasitismo
acaba hasta con el parásito que pretende que los gobernantes les quiten a unos para que se lo
den a él y/o ellos. Irónicamente, al final les
sale el tiro por la culata: ni mejoran su calidad de vida ni satisfacen sus
necesidades básicas. De ese discurso solo lucran quienes llegan al ejercicio
del poder.
Es lamentable que la rebelión civil sea la única opción que
les queda a los ciudadanos dentro de una dictadura, hechos en los cuales la
gente arriesga su vida no para pedir privilegios, sino para que se respeten sus
derechos. “La razón por la que los hombres entran en sociedad es la
preservación de su propiedad… Pero si una larga serie de abusos,
prevaricaciones y artimañas que tienden siempre hacia lo mismo, hacen que el
pueblo repare en que se está conspirando contra él… no es extraño que se
levante…”, John Locke. El fin puede justificar el medio SOLO cuando el fin sea
justificable.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario