En ambos casos se afecta la libre locomoción. Pero fuera de
ese común denominador, el contexto de las medidas de hecho de los grupos de
presión en Guatemala para exigir privilegios a costa de otros, es completamente
distinto al de las guarimbas y
marchas de los venezolanos que pelean para que respeten sus derechos y por la
posibilidad de tener un futuro en su país. La diferencia trascendental está en
el fin de cada una de estas acciones.
Uno de los pensadores políticos más influyentes de todos los
tiempos, John Locke, aborda este tema en el ensayo “La disolución del gobierno”
(capítulo 19) que encuentran en el Segundo Tratado sobre el Gobierno Civil
(1689). Recomiendo que lo lean completo, sin embargo, reproduzco algunos
párrafos de este: “La razón por la que los hombres entran en sociedad es la
preservación de su propiedad. Y el fin que se proponen al elegir y autorizar a
los miembros de la legislatura es que se hagan leyes y normas que sean como
salvaguardas y barreras que protejan las propiedades de todos los miembros de
la sociedad, para así limitar el poder y moderar el dominio que cada miembro o
parte de esa sociedad pueda tener sobre los demás… Un pueblo que es maltratado
y cuyos derechos no son respetados, estará siempre listo para sacudirse de
encima la carga que pesa sobre él… revoluciones así no suceden por causa de
pequeños errores administrativos en los asuntos públicos… Pero si una larga
serie de abusos, prevaricaciones y artimañas que tienden siempre hacia lo mismo,
hacen que el pueblo repare en que se está conspirando contra él… no es extraño
que se levante y trate de poner el gobierno en manos de quienes puedan
garantizarle los fines para los que todo gobierno fue en un principio establecido”.
La semana pasada tuvimos un ejemplo de la diferencia entre
las trágicas crisis que viven los venezolanos y los ucranianos, y los abusos de
los grupos de presión en Guatemala, a quienes solo les interesa que el gobierno
les otorgue más privilegios. Un supuesto grupo de ¿campesinos?, la mayoría de ellos desinformados, que fueron convocados ¿o pagados? por un grupo de
criminales cuyo delito menor es el
robo de energía eléctrica que luego venden más barata (para ellos no tiene
costo) que se agrupan bajo una organización conocida como CODECA, afectaron la
existencia miles de personas en nuestra capital con el fin de pedir que se
violen legalmente más derechos (por
medio de la nacionalización de la energía eléctrica) y les otorguen más
prerrogativas (ley de desarrollo rural).
Mientras, en los otros países mencionados, la mayoría está
arriesgando hasta su vida, no para pedir privilegios, sino para que se respeten
sus derechos. Por supuesto que el discurso nacionalista
que apela a la patria ayuda a muchos a hermanarse en la lucha, pero la realidad
es que pelean por ellos y sus seres queridos, como debe ser, porque nadie es un
medio sacrificable por el bien de otros, menos por el bien de una abstracción.
Todo ser humano es un fin en sí mismo.
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