Un fantasma recorre Europa… y América… y Asia… y África… y
Oceanía… y... Es el fantasma del estatismo. Un fantasma de carne y hueso que no
solo espanta: actúa para extender sus tentáculos a las profundidades más
íntimas de las cuentas bancarias de la gente productiva, creadora de riqueza,
para apropiarse de lo que no es suyo: de aquello que NO le pertenece porque no
se lo ha ganado. Pertenece a otros, al igual que todo lo que ha gastado hasta
hoy: todo se lo ha apropiado. Cada día que pasa son menos los lugares donde se
puede invertir con tranquilidad y seguridad. Lugares en los cuales se respeten
los derechos individuales.
Parte clave de la estrategia de los burócratas que
representan a ese fantasmal estatismo
son los tratados que suscriben los gobernantes para intercambiar información
sobre los nacidos en sus países que hayan decidido emigrar. El objetivo vil de
estas acciones emprendidas por las sanguijuelas que están al frente de los Estados es perseguir a sus nativos
- una simple cuestión del azar - hasta los confines de la Tierra, para chuparles todo lo que puedan. Por eso, muchos
han optado por renunciar a su ciudadanía original y adquirir una nueva.
Prefieren abandonar, con toda razón, su país de nacimiento antes de continuar
siendo esclavizados por sus gobernantes y todos aquellos miembros de los grupos
de presión que surgen dentro del parasitario Estado Benefactor/Mercantilista.
Los mencionados testaferros del Estado, acostumbrados a mentir descaradamente, pretenden hacernos
creer que existen barreras a la
expoliación, la cual, por cierto, solo favorece a los parasitarios saqueadores y
no a quienes utilizan de excusa para el saqueo: a los pobres. Una de las mentiras más usadas es la del supuesto secreto bancario. Al menos en el caso de
Guatemala, lo que existe en un debido proceso que deben de seguir los
terroristas fiscales de la SAT para conocer sobre el manejo de las cuentas
personales y/o empresariales de cualquiera. El objetivo de esta protección es
precisamente limitar el ejercicio discrecional y arbitrario de los gobernantes
y los burócratas que trabajan a su servicio.
Como bien explicó Ayn Rand: “El derecho a la vida es el
origen de todos los derechos, y el derecho a la propiedad es la única manera de
implementarlo. Sin el derecho a la propiedad ningún otro derecho es posible.
Dado que un hombre debe sustentar su vida por su PROPIO esfuerzo, el hombre que
no tiene derecho al producto de su esfuerzo no posee los medios para sustentar
su vida. El hombre que produce mientras otros disponen del producto de su
esfuerzo es un esclavo… el derecho a la propiedad es un derecho a la acción,
como todos los demás: no es el derecho a un objeto sino a la acción y a las
consecuencias de producir o ganar ese objeto…Es el derecho a ganar, conservar,
usar y disponer de los valores materiales”.
Defiendo mis derechos participando en la más importante de
las batallas de nuestra especie: la batalla de las ideas. ¿Usted?
No hay comentarios.:
Publicar un comentario