2.17.2014

Mueren por vivir en Libertad



La semana pasada fue trágica en Venezuela. Por lo menos seis personas fueron asesinadas por esbirros del gobierno de Nicolás Maduro, y centenares fueron detenidos ilegalmente. De muchos de ellos aún se desconoce su paradero. Entre los muertos se encuentran estudiantes universitarios de los que convocaron a la población para expresar pacíficamente su malestar con el deterioro de la vida de los habitantes de su país. Un territorio en el cual se encuentra una de las mayores reservas petroleras del mundo, sin embargo, para la mayoría es un calvario encontrar productos diarios básicos, como por ejemplo el papel de baño, la leche, los huevos, la carne… En fin, el socialismo del siglo veintiuno los ha regresado a condiciones propias del siglo dieciocho.

Hace más de 15 años (2 de febrero de 1999) cuando Hugo Chávez llegó al ejercicio del poder, los venezolanos esperaban que el cambio de sistema que les había ofrecido el ungido les permitiría vivir mejor. La mayoría que democráticamente voto por él y su propuesta, se engañó a sí misma creyendo que el cambio que les ofrecía era el que necesitaban para progresar.

Estaban mal, no me cabe duda. El Estado Benefactor/Mercantilista bajo el cual vivían (y vivimos nosotros) es un fracaso y sus consecuencias en el largo plazo son nefastas: fomenta la proliferación de grupos de presión que buscan privilegios, facilita la corrupción y promueve el parasitismo y la mendicidad en tantos que se acostumbran a existir de manera mediocre, mantenidos por otros. No obstante, el socialismo pleno que les ofreció Chávez era aún peor: solo profundizó los males del sistema anterior pues, al fin, sus premisas son muy similares. Además, acabó con la poca Libertad que aún tenían.

Como bien escribió Luis Figueroa en su blog “Carpe Diem” (www.luisfi61.com): "Aquellas dictaduras no llegan ahí solitas. Hay quienes las llevan y las cultivan. Se cultivan entre la decepción ciudadana frente a políticos corruptos e ineptos. Se cultivan con la complicidad de élites clientelares, pancistas, ajenas a los principios, acomodaticias, serviles y codiciosas. Se cultivan entre ciudadanos que creen que pueden evitar las consecuencias de eludir la realidad y que no se involucran en la cosa pública por prudencia, o por cobardía. Se cultivan entre intelectuales que celebran las dictaduras en las vecindades. A las dictaduras hay que detenerlas antes de que se consoliden”.

En Guatemala necesitamos que más personas participen cívicamente antes de que lleguemos a una situación parecida a la descrita. Aprendamos de los errores de ellos. Ignorando la realidad lo único que hacemos es facilitar el camino de los dictadores que terminan convirtiendo en siervos suyos a los otrora mandantes. Si queremos algún día vivir en paz, dentro de una sociedad donde nos respetemos los unos a los otros, donde todos seamos iguales ante la Ley y los gobernantes no puedan utilizar el poder para violentar nuestros derechos, debemos involucrarnos en la batalla de las ideas.


Artículo publicado en el diario guatemalteco “Siglo Veintiuno”, el lunes 17 de febrero de 2014.

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