Después de las noticias de la semana pasada, me pregunto si
alguno de nuestros ocurrentes diputados propondrá cambiar el nombre de nuestro
país: en lugar de la República de
Guatemala, podrían proponer que nuestra nación lleve el nombre de Democracia de Sociopamala. Entonces,
nuestro gentilicio pasaría a ser el título de este escrito, de acuerdo con el
análisis presentado por los sicólogos del Instituto Nacional de Ciencias
Forenses (Inacif).
Aunque pienso que las conclusiones del INACIF (30 por ciento
de la población podrían ser sociópatas) son un poco exageradas, fuera de
contexto y obvian datos importantes para determinar el universo real sobre el
cual deben basarse. ¿Será un sesgo de
los evaluadores, tal y como lo explica Daniel Kahneman en su libro “Pensar
rápido, pensar despacio”? No obstante, creo que el porcentaje de sociópatas y
psicópatas en Guatemala podría ser más alto que en una sociedad más cercana a
un Estado de Derecho donde se respetan la vida, la libertad y la propiedad de
las personas. Países en los cuales hay más probabilidades de que los
antisociales (delincuentes y criminales) paguen las consecuencias de sus
acciones.
Parte de la descripción que hacen de un sociópata me recuerda
a los politiqueros: “El sociópata es capaz de actuar en forma jovial y
encantadora, ser buen adulador y manipular las emociones de otras personas,
pero a su vez quebranta la ley constantemente, descuida su propia seguridad y
la de los demás, tiene problemas con el consumo de drogas, así como de mentir,
robar y pelear con frecuencia…Una de las características es que no sienten
culpa o remordimiento por lo que hacen; a menudo son enojados y arrogantes”. Sin
duda, nuestro sistema político actual (Estado Benefactor/Mercantilista,
estatista, cercano al socialismo puro y alejado del capitalismo verdadero),
atrae a los peores representantes de la sociedad.
La semana pasada también nos enteramos de que el 91.8 por
ciento de los graduados de este año reprobaron la prueba de matemáticas, y que
el 73.7 por ciento no entiende lo que lee: perdieron la prueba de compresión de
lectura. ¿Y luego hay quienes se molestan porque afirmo que el objetivo de la educación a cargo de los
gobernantes (en nombre del abstracto Estado)
es programar a los niños y los jóvenes de hoy en futuros siervos no
deliberantes? ¿Será esta la explicación de por qué es difícil encontrar gente
pensante, con ideas claras e intelectualmente honestas?
Por supuesto no olvido el deshonroso reconocimiento que hizo
Transparency International a nuestro país como uno de los más corruptos del
mundo. Y no es solo percepción: lamentablemente es una realidad. Sin embargo,
quiero defender a todas las personas responsables, respetuosas y honradas que aquí
vivimos y que no merecemos formar parte de ese deleznable grupo. Tampoco
incluyo en esa banda a quienes son extorsionados por los funcionarios públicos.
Los corruptos son los gobernantes que abusan del poder y aquellos que hacen
negocios con ellos, no nosotros.
Artículo publicado en el diario guatemalteco “Siglo
Veintiuno”, el lunes 9 de diciembre de 2013.
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