Recién cumplí quince años de dedicarme al periodismo de
reflexión. ¡Quince años! Casi no lo puedo creer. Los reconozco porque los he
vivido, aunque parece que fue ayer cuando entré por primera vez a una cabina de
radio como conductora, en compañía de mi querido amigo Jorge Jacobs y a la par
de Armando De La Torre. Fue precisamente el
Doctor (como le llamamos muchos)
quien nos invitó a acompañarlo en esta ¿locura?, por lo que le voy a estar
agradecida toda la vida. Siempre me he preguntado si el motivo por el cual
terminé haciendo radio fue por ser una estudiante que se pasó de atrevida y que
probablemente hacía más preguntas de las debidas.
El lunes 16 de junio de 1998 fue el primer día que mi voz
invadió las ondas hertzianas. La
ansiedad pretendía dominarme. No sabía cómo iba a terminar esa aventura en la
cual me había embarcado. Menos sabía cuánto iba a durar. Hoy, todavía no tengo
respuestas al respecto. Quiero creer que voy a continuar ad æternum compartiendo
el camino de aclararnos las ideas con todos aquellos que, como yo, buscan la
verdad. Que a pesar de que nos incomoda reconocer que nos equivocamos,
agradecemos a quien nos ayuda a identificar nuestras premisas falsas, dejando
en nuestras manos la decisión de cambiarlas por verdaderas.
Y, para colmo de alegría mía, el miércoles 24 de junio de
ese mismo año salió publicado mi primer artículo (“El Pragmático”) en el diario
Siglo Veintiuno, que sigue siendo la casa que acoge todas las semanas mis escritos.
En estos quince años de compartir mi aprendizaje, mis reflexiones, mis dudas…
con quienes me hacen el honor de escucharme o leerme, he cambiado. Un cambio
para bien. He resuelto muchas contradicciones en este tiempo, y en el presente,
además de estar más integrada, mi felicidad es más plena.
Sé que para varios es de mal gusto compartir públicamente
anécdotas privadas. Aunque en este caso, pienso que es un hecho público porque
ni escribo ni hago programas radiales en
secreto y con el objetivo de que nadie
lo sepa. Todo lo contrario. Quisiera que cada día fuéramos más los que nos
atrevemos a pensar: a usar nuestra razón para identificar la realidad y cambiar
lo que podemos cambiar, para bien de todos en el largo plazo.
Así que me puedo encontrar con este artículo en una zona
gris que haga dudar a los puristas del periodismo, con quienes comparto algunos
puntos. Sobre todo la necesidad de recobrar la misión del periodismo: la
búsqueda de la verdad de los hechos. No la presentación de distintas opiniones. No. Esa idea políticamente
correcta le ha hecho un daño enorme al importante oficio periodístico,
convirtiendo a un sinnúmero de colegas en simples megáfonos de los gobernantes
y de los líderes de los grupos de presión. Sin embargo, soy optimista y creo,
como Gay Talese, que "el periodismo es una profesión honorable, y no estoy
de acuerdo con quienes nos pronostican un futuro tenebroso, porque no hay nada
más importante que la verdad". La senda que seguiré por el resto de mi existencia.
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