Esta es una carta dirigida a Erick Bernabé Barrondo, y a todos aquellos que
como él se esfuerzan cada día para lograr sus objetivos, que pagan el costo necesario
para alcanzar sus valores, que reconocen que nada en la vida es gratis, y que
no hay mayor orgullo que saber que lo poco o mucho que tenemos es el producto
de nuestro trabajo, nuestro riesgo y nuestro talento.
Así como el alcalde oportunista que ofreció construirte una estatua,
nombrar un estadio en tu nombre y darte un puesto en la burocracia municipal,
se van a acercar a ti muchos parásitos cuyo único objetivo es lucrar de tus
triunfos: utilizarte para satisfacer sus mezquinos intereses. Quiero imaginar
que con la dignidad que has mostrado, vas a rechazar todas esas dádivas que en el largo plazo demandarán
de ti el sacrificio de tu valor primero: tu vida misma convertida en una
existencia dependiente de los caprichos de los gobernantes de turno.
“Las puertas no se abren solas. Las puertas las vamos abriendo nosotros
conforme nuestras propias acciones, conforme nuestros propios resultados”, le
aseguraste a Elizabeth Pérez de CNN. Hoy has abierto muchas puertas para
iniciar una carrera exitosa en el campo empresarial que tú escojas. ¡Cuántas
compañías te van a ofrecer jugosos contratos! ¡Cuántos empresarios visionarios,
en Guatemala y otros países, te van a ofrecer un trabajo productivo! Ten
presente tus propias palabras: “En el mundo hay puertas mucho más grandes que
nos pueden llevar a los podios más altos del mundo”.
Es mejor olvidarse del abstracto Estado
al que sabiamente Frédéric Bastiat llamó “la gran ficción a través de la cual
todo el mundo se esfuerza por vivir a expensas de todo el mundo”. Al final, quienes
esperan que ese Estado les satisfaga
sus necesidades terminan viviendo existencias mediocres: vidas pobres, material
y espiritualmente. Con el carácter que hasta este momento has mostrado esto
sería lo peor que podría pasarte: mataría lo que hace de ti un individuo
extraordinario, lo que te permitió alcanzar una medalla olímpica, la primera
que gana un guatemalteco. ¡Ojalá ganes muchos premios más! ¡Ojalá no te dejes
embrujar por los cantos de sirena del Estado Benefactor!
Seguí adelante con tu empuje, con tu entereza, con tu dedicación en pos de
tus metas. Con tu credo: “Quieres hacer cosas grandes, tienes que dejar cosas
que son grandes para ti también”. Todo en esta vida tiene un costo, pero la
recompensa, como también lo declaraste, es “una alegría grande”.
No eres ningún limosnero. Cuidado con la gente bienintencionada que no
tiene sus ideas claras: “De buenas intenciones está empedrado el camino al
infierno”. Deseo que sigas cosechando victorias, sintiéndote orgulloso,
disfrutando del placer de saber que lo tuyo es tuyo porque te lo has ganado y
no es parte del dinero que le ha sido expoliado a otros.
“No dejamos de creer lo que podemos hacer”. Sigue creyendo en ti. Sigue la
marcha de la felicidad.
Muy buen mensaje creo iría no solo para el sino para todos nosotros que caemos en las ideas de cuento de un estado benefactor! Adelante Barrondo
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